A confesión de parte

 

La delincuencia se ha convertido en una de las mayores fallas


Mucho se ha dicho, informado y debatido acerca del incremento de la violencia en el país. Esto quiere decir que la criminalidad comienza a ganarle la batalla a la estructura gubernamental, y por consecuencia el riesgo para los simples ciudadanos es cada día mayor.

Y no es que pretenda ser alarmista, simplemente es que esa circunstancia evidencia que la delincuencia se ha convertido en una de las mayores fallas estructurales del Gobierno encabezado por Enrique Peña Nieto.

No tan sólo ha sido el titular de Gobernación quien acepta ante los medios de comunicación que las cosas no han salido bien en el combate a la delincuencia, también ha hecho lo propio el Presidente de la República, y eso quiere decir que la evidencia es tan grande, que no hay otro camino más que la aceptación tácita de lo que ocurre, y a partir de ello comenzar a recomponer para entregar cifras más acordes a lo que espera la gente.

Por el momento es mejor partir de cero para que la percepción popular entienda las bonanzas del proyecto de seguridad. Claro está que no es fácil aceptar que van ganando los respetables miembros de la criminalidad, pero un alto en el camino para rediseñar la estrategia de combate, y por supuesto la de comunicación, puede resultar más efectivo que mantener la tendencia a la alza y aceptar el crecimiento cada mes.

Miguel Ángel Osorio Chong destacó como nuevos pilares de la seguridad el número único de atención de emergencia, el 911, y el nuevo sistema de justicia. Pero también hay que señalar que estos dos elementos por sí solos solamente podrán generar cifras relativas a un nuevo momento en la medición, pero no erradicarán esa percepción que los mexicanos tenemos de que la delincuencia hace rato que ya rebasó a las autoridades de los tres órdenes de gobierno.

Cambiar por cambiar simplemente porque así lo indica la conveniencia pública tampoco es el camino perfecto, y menos cuando apenas se ha presentado el Modelo Óptimo de Función Policial para el Fortalecimiento  de las Policías Preventivas Estatales, a cuyo cumplimiento se han comprometido las entidades federativas. Pero además tienen que entregar un programa de trabajo para atender los diez indicadores que se establecen en el documento.

Cuando un nuevo modelo rectifica un proyecto que ha sido presentado como la panacea que terminaría con todos nuestros males, quiere decir que las cosas no van bien. Y menos cuando se acepta la propuesta de un protocolo que no se ha puesto en práctica presentado por el Jefe de Gobierno de la Capital de la República, y que presuntamente servirá para fortalecer las capacidades de los gobiernos estatales.

Los mexicanos queremos certezas, no ensayos ni ocurrencias. Pero por desgracia eso es lo único que saben hacer bien nuestros gobernantes. Pobre México. Al tiempo.

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