A Trump, el Russiagate ni en Francia lo deja en paz

 

La lucha por la presidencia parece una guerra en la que todo se vale


Desde París y en conferencia de prensa conjunta con el presidente francés Emmanuel Macron, Donald Trump habló del escándalo que generó el accionar de su hijo, cuando se filtraron varios correos electrónicos en los que Donald Trump júnior accedía de manera entusiasta a recibir por parte de una abogada presuntamente vinculada al Kremlin, información comprometedora y potencialmente dañina para la oponente de su padre, Hillary Clinton. Como era de esperarse Trump minimizó el asunto y dijo que esos intercambios de información eran normales en política. En parte Donald Trump tiene razón. La lucha por la presidencia de Estados Unidos se parece mucho menos a una partida de tenis librada entre caballeros y mucho más a una guerra descarnada en la que todo se vale. Sin embargo, el problema surge cuando sale a la luz pública la fuente de la información que utilizaste contra tu oponente. Ahí puedes tener un problema, porque esta reunión de baby Donny se suma a los contactos con altos oficiales rusos y con el propio embajador de Moscú en Washington Serguei Kysliak de un número cada vez mayor de los colaboradores de Trump.

Primero fue Michael Flynn que tuvo que renunciar al Consejo de Seguridad Nacional justamente por estos enjuagues. Después fue el fiscal general Jeff Sessions que le mintió al Senado diciéndole que él no se había reunido con oficiales rusos cuando había pruebas de que sí lo había hecho.

Después surgió el asunto del despido de James Comey como director del FBI justamente por pretender continuar con la investigación de la presunta intervención rusa en las elecciones presidenciales, y ahora esto. Aunque no existan todavía pruebas contundentes que lo incriminen, cada vez es más difícil creer que Donald Trump ignorara que los rusos estaban operando en su favor en el proceso electoral de noviembre pasado.