A votar

 

Cada elección marca una nueva esperanza y hace consciente la necesidad de organizarnos como ciudadanos más allá de partidos y calendarios electorales


Rubén Lara León

 

Por fin han terminado las campañas, ese inútil ejercicio cuya finalidad parece ser tirar el muy necesario recurso público.

Si en lugar de gastarlo en promocionales, espectaculares e impresos, se destinara a cubrir carencias en un país tan lleno de necesidades como el nuestro, otro gallo nos cantaría.

Imaginemos la cantidad de escuelas, hospitales, carreteras, albergues infantiles y casas de ancianos que podrían beneficiarse con ellos, y nos daremos cuenta cabal de la dimensión del derroche. De todas maneras no sabemos quiénes son realmente los candidatos. Conoceremos la entraña del ganador cuando se siente en la silla y determine el rumbo del país, sin más brújula que su arbitrio.

Ahora es cuando entramos los ciudadanos y asumimos el papel protagónico reservado para sólo cada tres años el día de la jornada electoral.

Entonces tiemblan los demagogos, los merolicos vendedores de espejitos y cuentas falsas de colores. Por única vez quedan sometidos a nuestra soberanía.

Debemos votar, ojalá la afluencia a las casillas sea masiva. Los votos son el gran antídoto de la democracia contra cualquier intento de intromisión en los resultados.

El alquimista más avezado queda sin fórmulas frente a urnas rebosantes de papeletas marcadas, según la convicción, simpatía o interés de cada quien. Nadie debe determinar nuestra decisión.

Necesitamos recuperar dignidad para la palabra presidencia, revestirla nuevamente con la investidura perdida, rescatar el retrete cameral para volverlo realmente depósito de la soberanía del pueblo como lo marca la Constitución. No importa quién gane, siempre y cuando tenga tras de sí mayorías reales. Entonces se le podrán exigir resultados sin necesidad de artilugios, como la firma de compromisos ante notario, finalmente incumplidos.

Cada elección marca una nueva esperanza y hace consciente la necesidad de organizarnos como ciudadanos más allá de partidos y calendarios electorales. ¡Vamos a votar el 1 de julio!