Aburridos de Trump

 

Sigue caminando hacia su destino convencido de que por ser quien es tiene el derecho de hacer lo que quiera


A ocho días de convertirse en el 45º presidente de Estados Unidos de América, Donald Trump me aburre.

Y es que, ya todo es previsible porque aburre ver cómo alguien sigue caminando hacia su destino convencido de que por ser quien es, tiene el derecho de hacer lo que quiera sin tener que pagar las consecuencias.

Porque no sólo es un presidente electo, sino que es un hombre a quien su sociedad le perdonó haber asegurado que a las mujeres se les puede tomar por los genitales cuando uno tiene éxito y fama; y alguien que en campaña declaró que “podría dispararle a la gente en la Quinta Avenida y no perdería votos”.

La historia del mundo ha conocido a muchos Trump, inclusive uno de ellos hasta designó a su caballo “Incitatus” como cónsul de Roma, su nombre: Calígula, el hombre que quiso ser Dios.

Muchos años de tradición legal y democrática están siendo pisoteados, porque la democracia tiene una estética y unos límites que le dieron la superioridad moral a Estados Unidos al evitar el desvío de los excesos del poder de los hombres.

Y ahora para Donald Trump los padres fundadores no existen y Thomas Jefferson debe ser como un anuncio de cereal. Y es que, no sólo nombra a su yerno Jared Kushner como asesor especial del presidente –afortunadamente no tiene ningún animal que le dé la confianza suficiente como para designarle un puesto–, sino que además aprovecha para ofendernos doblemente.

Primero, porque le sugiere a nuestro Gobierno que es muy listo, ya que se ha aprovechado del imperio del norte.

Y en ese sentido, es una pena que a nosotros el pobre pueblo de México no nos llegue nada más que las miserias del dolor, la persecución y el hambre, mientras que nuestros dirigentes son tan listos que engañan a los gobernantes estadounidenses.

Y segundo, porque asegura que al igual que existen los dioses, tiene que existir un muro, el cual tendremos que pagar con sangre. Porque nuestro pecado es no haber comprendido que sólo podremos estar bien con EU en la medida en la que nos demos cuenta que nuestro papel es el mismo que le tocó al pueblo israelita en el Egipto de los faraones, es decir, como esclavos dedicados a construir grandes pirámides y estatuas.

Ustedes se imaginan ¿qué estatua piensa Trump que se merece? Porque siendo así no me extrañaría que como somos tan listos, ya exista un escultor mexicano que esté por colocar la cara de Donald Trump al mismo nivel que la de Abraham Lincoln en el Monte Rushmore.

Me aburre Trump. Pero más me aburren aquellos que nos siguen contando que el deseo de nuestro Gobierno es llevarse bien con aquel que para lo único que nos quiere es para ofendernos y humillarnos.