Acabar con la corrupción tomará décadas

 

La corrupción seguirá afectando a México mientras no exista una democracia efectiva, instituciones fuertes, un verdadero estado de derecho y prosperidad económica para las mayorías


Todos los candidatos presidenciales prometen que acabarán con la corrupción, que desde tiempo inmemorial ha sido una realidad que ha afectado la existencia de quienes han vivido en lo que hoy es el territorio nacional.

Muchos creen que antes de la llegada de los españoles no existía ningún tipo de corrupción, que la vida cotidiana de quienes nos precedieron era paradisíaca. Quienes esto afirman olvidan que antes de la conquista hubo una diversidad de culturas que tuvieron algo en común: gobiernos teocráticos y absolutistas en manos de una minoría que dominó y esclavizó a la mayoría. No es difícil imaginar que, al igual que en cualquier sistema absolutista contemporáneo, la clase en el poder vendiera muchos de sus favores y decisiones a quienes se los pudiera comprar.

El tiempo y la conquista destruyeron mucho de la memoria histórica de los pueblos mesoamericanos y poco se conoce del México antiguo. Sin embargo, por lo que sabe de otras civilizaciones desaparecidas, la corrupción estuvo presente y fue a veces promovida, otras combatida, por las clases gobernantes.

Como lo afirma Guillermo Marín en su libro La Corrupción en México: Una estrategia de resistencia cultural (Instituto Luis Sarmiento, Oaxaca, México, 2001): La corrupción es un fenómeno universal, que en todos los tiempos y en todas las culturas se ha dado.

Están ampliamente documentadas las diversas manifestaciones de la corrupción que de 1521 a 1821 se dieron en el virreinato de la Nueva España y las que desde 1821 han aflorado en lo que es nuestro país.

Hoy se debate si la corrupción es parte o no de nuestra cultura y hasta el momento no hay consenso sobre el asunto.

Tal vez lo que debería estarse discutiendo es por qué la corrupción está tan extendida en el mundo, ya que, de acuerdo con Transparencia Internacional, la ONG basada en Berlín, Alemania, hay “una fuerte presencia de este fenómeno en dos tercios de los países”, de acuerdo con su Índice de Percepción de la Corrupción 2017 que mide los niveles percibidos de corrupción gubernamental en 180 países, México incluido.

Este índice muestra claramente que la corrupción es menor en los países altamente democráticos y económicamente desarrollados (Nueva Zelanda, Dinamarca. Finlandia, Noruega, Suiza, Singapur, Suecia, Canadá, Luxemburgo y Holanda) y es mayor en países con democracias incipientes o inexistentes y con economías subdesarrolladas (entre ellos México, que con una calificación de 29 puntos de entre 100 posibles ocupa el lugar 135).

La corrupción seguirá afectando a México mientras no exista una democracia efectiva, instituciones fuertes, un verdadero estado de derecho y prosperidad económica para las mayorías. Todas las soluciones que nos ofrezcan AMLO, Anaya, Meade, Ríos, Rodríguez y Zavala son inviables mientras no se satisfagan estas cuatro condiciones. Que no nos engañen: acabar con la corrupción tomará décadas.