Acentuando la debilidad

 

Don Ricardo sabe muy bien que a mayor desgaste presidencial menor capacidad de maniobra


Bien dicen por ahí que “mal comienza la semana a quien ahorcan en lunes”, y pareciera que la maniobra diseñada por la dirigencia del Partido Acción Nacional va en ese sentido. Y no es que los panistas se hayan puesto muy duchos en eso de crear una estrategia para ganarle el camino al Partido Revolucionario Institucional y encabezar la presunta alianza que conformarán ambas fuerzas políticas para la elección presidencial de 2018, simplemente acuden al consabido dicho popular de “el que madruga Dios lo ayuda”.

Ricardo Anaya Cortés tiene aspiraciones presidenciales y las hará valer desde su cargo de dirigente nacional blanquiazul, aunque todavía hay una buena distancia para el proceso interno. Claro está que no las hace de manifiesto sabedor de que quien lo suceda pudiera hacer lo mismo que él hizo con Gustavo Madero: mandar sus intenciones al ostracismo. Pero ya comenzó a caminar hacia su propósito de presionar en la toma de decisiones y propone que en el nombramiento del Fiscal Anticorrupción participe un comité ciudadano, buscando que tenga un perfil autónomo, independiente y un prestigio incuestionable.

También giró instrucciones a la bancada blanquiazul en la Cámara de Diputados, encabezada por Marko Cortés, para que soliciten a Enrique Peña Nieto instalar una mesa para discutir la creación de un sistema fiscal más justo, ya que el actual afecta a las finanzas del país. Bajo el esquema de “corregir los aspectos negativos de la política fiscal”, Acción Nacional da arranque a la estrategia de acorralamiento del presidente Enrique Peña Nieto para seguir debilitando su gobierno.

Don Ricardo sabe muy bien que a mayor desgaste presidencial menor capacidad de maniobra por parte de la Dirigencia Nacional Priista en esa posible alianza electoral de 2018. El problema para el señor Anaya es que con su nuevo encargo en Chihuahua como Jefe de Gabinete, el señor Gustavo Madero tiene al menos año y medio para articular con todos los grupos una presunta candidatura presidencial para el señor Corral, que si algo ha mostrado, es mucho tesón y empecinamiento, superando ampliamente en ese campo al señor Anaya.

Como sea y cuál sea quienes despunten en los siguientes meses, seguramente tendrán la posibilidad de estructurar una alianza con los tricolores, ya que ambas fuerzas políticas están situadas ahora en la derecha del espectro democrático, aunque hay que señalar también que el Revolucionario Institucional está más hacia la extrema derecha, con lo que se puede afirmar que no queda nada ya de aquel partido que nació en la izquierda y construyera una excelente maquinaria política a través de la doctrina del “Estado de Bienestar”.

Los blanquiazules saben que necesitan aliarse con los tricolores mientras no exista una nueva ley electoral que permita la segunda vuelta como se planteó en la reunión de “Los Galileos”, y caminar hacia el establecimiento de un acuerdo con quienes han sido sus más acuciosos adversarios. Bien dicen que en política no hay nada escrito, y pareciera que la historia dará un vuelco al reunir por conveniencia electoral a esas fuerzas políticas que en el pasado fueron adversarios irreconciliables. Al tiempo.