Adictos

 

Se requiere un monto de recursos igual para la persecusión del narcotráfico y para la prevención efectiva del crecimiento de las adicciones


Hace varios años, un presidente municipal de Tijuana ofreció una conferencia de prensa ante la molestia ciudadana por el crecimiento de la drogadicción en esa ciudad. Ahí dio lectura a un boletín donde mencionó en algún momento la dirección de un predio “utilizado las 24 horas como picadero y lugar de adquisición de drogas por gran cantidad de adictos”. Ese dato fue el asidero de un reportero, quien encaró al alcalde para preguntarle por qué no actuaba enérgicamente y clausuraba de inmediato el predio en cuestión, si sabía, como lo acababa de expresar, su uso indebido.

Esta intervención prendió los ánimos y al rato eran muchos los cuestionadores, y el tono cada vez más agresivo. El munícipe tomó la palabra, y dirigiéndose al joven periodista le dijo algo así como “yo me comprometo públicamente a clausurar mañana mismo el lugar, y usted se hace cargo de los efectos sociales causados por los adictos privados de pronto de su dosis, ante lo cual no dudarían en matar a su madre si es preciso”. La respuesta fue un gran silencio.

El asunto sigue vigente. ¿Debe privilegiarse el combate al tráfico o prevenirse efectivamente el crecimiento de la adicción? Hay cifras: de cada 10 adictos, seis fracasan cuando intentan rehabilitarse, ya no salen del infierno, mientras que la edad de inicio baja año con año, ahora comienzan a los 12 años, Entran más de los que salen. De esa manera el problema seguirá creciendo.

Es un dilema. Desde luego debe perseguirse el narcotráfico, pero se requiere un monto de recursos cuando menos igual para prevenir el crecimiento de la adicción. La primera acción se vería a mediano plazo; la segunda después de al menos 10 años, y eso no interesa a los gobiernos, acostumbrados al cortoplacismo electorero.

Aquí hay un buen tema para los candidatos. ¿Qué privilegiarían?