Después del amor

 

Lo que viene después del coito es, a veces, tan importante como el sexo mismo


Los encuentros sexuales no terminan con los orgasmos. Puede haber sido un acostón espectacular, pero algo que pasa después del sexo podría echarlo todo a perder. En contraste, casi nunca sucede al revés; es decir, cuando el sexo ha salido muy mal, prácticamente no hay nada que pueda suceder después que sea capaz de reparar el mal rato.

El punto es que lo que viene después del coito es, a veces, tan importante como el sexo mismo. No es igual quedar los dos con una sonrisa en los labios y comenzar a intercambiar caricias y comentarios halagadores, que darse la media vuelta y comenzar a roncar, o levantarse y vestirse de prisa porque no se siente la suficiente comodidad como para esperar a recuperar el aliento.

El momento inmediato posterior a la relación sexual no es ni tendría por qué ser igual para todos los casos, relaciones o personas. Por ejemplo, sabemos que amor y sexo son dos elementos independientes, No obstante es cierto que para muchas personas es requisito que ambos vayan juntos. Para otras, en cambio, es fácil separar una entidad de la otra y eso posiblemente cambie la actitud que se tiene hacia la pareja íntima después de haber culminado la relación.

Lo curioso del asunto es que, dado que no se ha estudiado –como tantos otros temas de la sexualidad–, cada uno de nosotros da por hecho que la reacción propia y, en todo caso, la de la pareja, es la “normal” y que no existen otras posibilidades. No está de más decir que no es así.

El estereotipo más común es que los hombres sientan una tremenda somnolencia después del sexo. No digo que esto sea un invento, pues hay una causa hormonal para ello, pero también es verdad que no todos los hombres se quedarán dormidos automáticamente una vez que han eyaculado; esa es sólo una posibilidad. Para el caso de las mujeres, mientras algunas pueden experimentar un grado alto de relajación y conciliar el sueño, otras se sentirán más alertas que cuando sonó su despertador esa misma mañana.

Existe también una forma de reaccionar que les permite a los involucrados sentirse más entusiasmados y felices: las llamaremos pláticas filosóficas postcoito. Suelen presentarse cuando una relación empieza, o bien, cuando el sexo es casual pero resulta que el compañero o compañera de cama también es un excelente conversador. ¿Nunca te has quedado horas desnudo, dando vueltas por todo el colchón, hablando de películas, libros o países favoritos, en una charla que no quisieras terminar nunca? Es un lapso en donde, definitivamente, ninguno de los dos tiene sueño.

Sin embargo, también hay un escenario contrario donde aparece una sensación de vacío y que, por lo que hasta ahora se sabe, es algo frecuente: la disforia postcoital. Este es el término psicológico para designar a la tristeza y melancolía que alguien puede sentir después del sexo. Ha sido asociado más con las mujeres, pero esto puede deberse a que nosotras somos más propensas a expresar nuestras emociones, y no significa que a los hombres no les pase. Según algunos sexólogos, la disforia postcoital puede tener su origen en sentimientos negativos que ya estaban ahí antes a la relación sexual, como hacerlo bajo presión, cargar con culpa, sentirse utilizado o haber vivido episodios de violencia sexual durante la infancia.

Lo cierto es que este trastorno no ha sido estudiado en profundidad y lo que se puede recomendar a una persona que lo sufra con frecuencia es que consulte a un terapeuta sexual que pueda ayudarla a sanar aquello que no la deja disfrutar el sexo desde el principio hasta el fin.

* Periodista especializada en salud sexual.
@RocioSanchez

JCA