Anaya, una campaña singular

 

Los lavados y todo lo que tiene que ver con Ricardo Anaya y su dinero, hay dos cosas que valdría la pena destacar


Observando todos los hechos que han sucedido en los últimos meses en torno de las ventas, las ventajas, los lavados y todo lo que tiene que ver con Ricardo Anaya y su dinero, hay dos cosas que valdría la pena destacar.

Primero, que aún nadie ha podido explicar quién ordenó la operación del lavado de dinero y, segundo, que tampoco se ha explicado cómo se pudo hacer esa operación en la que estuvieron relacionados Manuel Barreiro y el actual candidato de la coalición Por México al Frente, quien al parecer tuvo una participación pasiva.

Y es que, realmente el problema es otro, el problema es más profundo, y tiene que ver con el origen de la historia.

Pero sobre todo tiene que ver con la peculiar situación de que en este momento Anaya sigue siendo un candidato, hasta que no se produzca una acción definitiva que implique la imputación del delito y, sin embargo, se sigue dedicando el tiempo a hacerle campañas de desprestigio, definiendo si fue o no hábil para comprar un terreno, después una nave y finalmente ganar el dinero que le permite vivir como vive.

Todo eso sigue avanzando, en lugar de generar el clima necesario para escuchar las propuestas que tiene que hacer alguien que quiere ser nuestro siguiente presidente.

Así no se puede. Y aclarar esa situación es sobre todo una obligación de la PGR y de los órganos de investigación, para que de una vez por todas nos digan dónde estamos parados en relación con el candidato del Frente y qué es lo que de verdad hizo.

Mientras tanto el tema no es mediatizarlo todo, el tema no es decir me quieren bajar de la campaña a como dé lugar, el tema es llegar al punto donde no se pueden tolerar ni la frivolidad ni el enojo ante un delito, cuando se sabe que habrá alguien para hacerse el ofendido e ir a presentar un documento a la PGR y no rendir declaración.

Hay que ser serios. No podemos seguir permitiendo que situaciones como éstas sigan sucediendo simplemente por un tema de falta de experiencia o de politización, sin saber realmente cómo son las cuentas, cómo son los dineros y cuándo Anaya podrá recuperar el tiempo para explicarle a la gente lo que hizo, lo que no hizo y centrarse en desarrollar su oferta política.

Porque efectivamente nadie puede vivir con la sombra de la sospecha y mucho menos alguien que pretende ser el presidente de nuestro país.