Ausencia

 

Coyoacán es un infierno y nadie se despeina


La Ciudad de México está al garete. El astrolabio no funciona. Los contramaestres mandan ante la ausencia del capitán, ocupado en promocionarse dentro y fuera, donando en Guerrero patrullas necesarias por acá, o recibiendo medallas en Chicago por “ayudar a migrantes”, mientras crece la injusticia en casa. Los datos apabullan por su contundencia pero, según el estadista local, no pasa nada, son exageraciones aderezadas para afectarlo.

Coyoacán es un infierno; asaltos, asesinatos, robos a vivienda y transeúntes a plena luz del día, y nadie se despeina. Ahí está la policía lista para reprimir a vecinos cuando se manifiestan, hartos del inmovilismo y la impunidad. Balaceras en el Centro de la ciudad, en el Mercado Sonora y en Plaza Meave, con oferta de “investigarlas a fondo” esperando el tiempo u otras tragedias para olvidarlas.

Gente armada, pagada por comerciantes cansados de ser extorsionados por mafias visibles. El relator de la ONU reunido con vecinos desesperados por no tener agua semanas completas, aunque la mejor constitución de las galaxias les señale este derecho humano como inalienable. Más de 100 pisos levantados por sobre la norma en toda la ciudad por constructoras sin freno, sabedoras de su blindaje ante la autoridad.

Inundaciones originadas en la negligencia.

Torpezas imperdonables como la revictimización, a través de mensajes en redes sociales, de Lesvy Berlín, muerta en la UNAM, atendidas a toro pasado por el ausente, cuando ya han dañado irreparablemente a ella y a su familia, “resueltas” con la renuncia de una funcionaria menor. Despojos muy graves, como el narrado con pelos y señales por Héctor de Mauleón en El Universal del 08-05-17 donde, presuntamente, hay complicidades oficiales.

La lista es muy larga. La sabiduría popular dice que cuando el gato no está en casa los ratones se pasean, y este gato está muy ausente. Cuidado.

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