Batalla real de 2018 será por las dos cámaras, no por la Presidencia

 

PAN y Morena están más interesados en la candidatura presidencial sin construir aparatos


La verdadera batalla política en 2018 no será por la Presidencia de la República, sino por la primera minoría en el Senado y en la Cámara de Diputados. En 2000, Vicente Fox ganó la Presidencia pero no el Congreso y tuvo que pactar con el PRI; en 2006 Felipe Calderón ganó primer sitio en bancadas, pero no supo operarlas a su favor; y en 2012 Enrique Peña Nieto regresó a primera minoría priista legislativa y pudo impulsar el Pacto por México con la oposición.

El PRI fue el pivote de la gobernabilidad en la crisis el PRI y la alternancia 1988-2016, pero a cambio de mantener el modelo priista de nación. Y ahora se prepara para ganar la Presidencia y las dos cámaras.

En cambio, el PAN y Morena buscan sólo ganar la Presidencia sin ninguna operación política para lograr el control del Congreso. Sin mayoría legislativa, López Obrador no podría imponer su proyecto populista que pasa por aprobación presupuestal y leyes en el legislativo.

El PRI perdió la mayoría absoluta en la Cámara de Diputados desde 1997. La crisis del PRI estalló en 2006 cuando Calderón y López Obrador mandaron al PRI de Roberto Madrazo Pintado al sótano del tercer lugar; sin embargo, al PRI le ayudó el hecho de que PAN y PRD no pudieran llegar a ningún acuerdo por el resentimiento electoral de López Obrador y su payasada de la presidencia legítima: las bujías del PRI en el Legislativo en el periodo 2000-2012 fueron Manlio Fabio Beltrones, Emilio Gamboa Patrón, Elba Esther Gordillo, Francisco Rojas y Beatriz Paredes. Más aún: el PRI con Beltrones ayudó a la toma de posesión de Calderón que quiso reventar López Obrador.

Sin ese colaboracionismo del PRI, Fox y Calderón hubieran fracasado, aunque ese colaboracionismo ayudó a fortalecer el sistema político priista con el PRI en minoría legislativa. En el panismo 2000- 2012 los caprichos y resentimientos de López Obrador impidieron que el PRD construyera una alternativa real y permitieron que el PRI presentara una imagen de madurez institucional que contribuyó a la victoria de Peña Nieto en 2012.

Por eso es que la disputa de 2018 para la oposición panista y morenista no se dará en la votación presidencial. El PAN o López Obrador podrían ganar las votaciones, pero tendrían poco margen de maniobra para operar si el PRI –por su experiencia y aparato electoral a nivel de distritos electorales– se mantiene como la primera minoría e incluso con la posibilidad de aspirar a la mayoría absoluta de 51 por ciento.

Pero hasta ahora, PAN y Morena están más interesados en la candidatura presidencial sin construir aparatos electorales distritales. Sólo el PRI tiene capacidad para movilización a nivel distrital. En las elecciones de 2012, apenas 23.1 por ciento de los diputados de la bancada priista era plurinominal, en tanto que el PAN llegó a 54.3 y el PRD a 42.3 por ciento. En las elecciones legislativas de 2015 se mantuvo más o menos la tendencia, con el dato significativo que los plurinominales de Morena fueron 58.3 por ciento de los legisladores de su bancada, lo que indica que Morena depende de la figura de López Obrador porque carece de estructura electoral distrital. Con plurinominales el PAN y Morena no lograrán el control del Congreso.

Quien gane la primera minoría legislativa en las dos cámaras tendrá el poder el próximo sexenio.

Política para dummies: El poder radica en la capacidad de catapultar la fuerza más allá de los porcentajes electorales.

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