Calígulas

 

El afán de poseer habla de una demencia, ante la cual Calígula se vuelve un aprendiz


Los excesos de los Césares romanos, causantes del derrumbe del imperio, siguen causando estupor. La locura y la satrapía dominaron a aquellos hombres, asumidos como dioses por sus súbditos. Se pensaba irrepetible ese esquema pero, por desgracia, lo hemos superado en México. Las taras de Javier Duarte, dadas a conocer por Miguel Ángel Yunes un poco por denuncia y otro para tapar su propia inmovilidad, son un catálogo de insania. El afán de poseer, así sean pilas de sillas de ruedas y decenas de plumas de marca, los cuadernos con anotaciones delirantes del tipo “merezco la abundancia” hablan de una demencia creciente, ante la cual Calígula se vuelve un aprendiz.

Con menos detalles, el gobernador Corral ha hecho públicas diversas desmesuras de su antecesor el otro Duarte, y en Quintana Roo cada día se saben más desenfrenos de la gestión de Roberto Borge, aunque en este caso el nuevo mandatario optó por un abierto mutis. Se llevaron recursos del Teletón, liquidaron las instalaciones recreativas del viejo CREA y remataron entre los cuates terrenos privilegiados a precios de oportunidad.

En Sonora, el encarcelado Padrés adquirió, según se ha denunciado, cuadras de caballos purasangre en número desproporcionado, otra vez el afán de tener.En Oaxaca y Sinaloa se revelan vilezas casi cada día, y pronto sabremos, aunque con filtros, qué pasó en Chiapas, Coahuila, México, apenas salgan los actuales, dándoles oportunidad, si resultara el caso, de resguardarse.

Salvo Padrés, todos los demás están guardados, Duelen las imágenes de Borge esquiando en Vail, hablan de impunidad y desprecio, pero debe decirse que no está acusado de nada. Nadie ha actuado al respecto. Sus partidos se hacen locos. Ya no responden por aquellos a quienes vendieron como limpios y capaces. Sus fallas son problema de los ciudadanos. Pobre México.

[email protected]