Camino sin regreso

 

La CNTE atenta gravemente contra los programas de desarrollo educativo del Gobierno Federal


Sin lugar a dudas, el mayor reto que ha enfrentado el presidente Enrique Peña Nieto es la confrontación que ha emprendido contra ese monstruo de mil cabezas en que se convirtió la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, formada y conformada en sus inicios por las falanges de la izquierda radical de los años 60 del siglo pasado, y que al paso del tiempo sufrió una brutal metamorfosis hasta convertirse en una maquinaria de producir dinero para confrontar a las estructuras gubernamentales de los tres niveles de Gobierno.

Los vaivenes de la economía han tirado por la borda la disciplina fiscal abriendo enormes boquetes en los procesos de crecimiento de la economía, por lo que el proyecto inicial tuvo que adecuarse a las circunstancias de la globalidad. Para nuestra fortuna, y pese a los escenarios adversos, el año pasado pudimos crecer por encima de todos los países del hemisferio a pesar de la caída de los precios del petróleo.

El monstruo de miles de cabezas en que se convirtió la CNTE atenta gravemente contra los programas de desarrollo educativo del Gobierno Federal, y lo más grave es que supieron tejer una red de lealtades a base de complicidades por la capacidad de la aplicación presupuestal que se les entregó en Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán.

La aprehensión de Rubén Núñez Ginez y de Francisco Villalobos, los liderazgos más fuertes y significativos de la CNTE, es un camino sin retorno. El presidente Enrique Peña Nieto lo sabe y decidió que había que transitarlo con todos los riesgos inherentes. El país no podía seguir a merced de las falanges de esa izquierda radical que lo que buscan es la destrucción del sistema político mexicano para sentar las bases de un estado totalitario, que es lo único que conciben porque además es el único escenario que conocen desde que fueron formados ideológicamente.

Si el Presidente de la República no quiere que su mandato se distinga por un rotundo fracaso, tiene que mantener la ruta firme en el camino que decidió iniciar, cueste lo que cueste. El monstruo no solamente tiene que ser descabezado porque sabe cómo regenerarse, tiene que ser aniquilado, porque esa es la razón fundamental para darle vigencia al régimen en que los mexicanos nos hemos dado instituciones que garantizan nuestra convivencia como sociedad de manera armónica. Si hay una muestra de debilidad, no habrá otra oportunidad para terminar el sexenio en paz.

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