Cercanas lejanías

 

El Civismo era materia fundamental


Veo enjambres de niños con cara de felicidad desbordante iniciar un nuevo ciclo escolar.

Por ahora todo es alegría y reencuentro, útiles y maestros nuevos. Tal vez en pocas semanas este entusiasmo haya bajado pero por ahora es incontrolable.

Es inevitable remontarse, viéndolos, a los años infantiles de escuela. Nosotros estudiamos Aritmética y Geometría, ahora llamados Matemáticas, materia cursada entonces hasta la preparatoria. Español se llamaba Lengua Nacional y Ciencias Naturales era Estudio de la Naturaleza.

Esto no refiere un simple cambio de nomenclatura sino toda una revolución de enseñanza, dictada por los avances tecnológicos, entonces inimaginables. Quizá nuestra gran ventaja fue el uso obligado del método experimental y de la investigación documental para hacer las tareas, ante la falta de Google y otras herramientas de búsqueda.

Los niños de aquel tiempo estudiamos un mundo hoy inexistente.

Europa era totalmente otra, Belice se llamaba Honduras Británica, cuando menos cinco países actuales de África no existían, Tailandia era Siam, Beijing era Pekín y Yugoslavia agrupaba tres países actuales, entonces inexistentes. La Vía Láctea también era otra, los planetas eran nueve y lográbamos identificar las constelaciones mediante observación directa porque habían estrellas en el cielo.

El Civismo era materia fundamental, y quizá a ello obedeciera nuestro respeto irrestricto a los viejos, a las reglas de convivencia y de tránsito, y al comportamiento social en general. Abandonarlo fue un error grave cuyas consecuencias aún no terminan de pagarse. El recreo era un gran espacio colectivo donde todos los grados se juntaban organizando partidos reñidísimos de 15 minutos, con desquite al día siguiente y así sucesivamente. La escuela era un paraíso, así la recuerdo.

Por eso al ver a los escolares en estos días ha sido muy grato el viaje de regreso a la feliz infancia repetida en ellos. Lindo haberlo vivido para poderlo contar