“Christus vivit”

 

En la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus vivit, del 25 de marzo pasado, en 50 páginas de nueve capítulos el papa Francisco se dirige a los jóvenes. Primero los anima: “Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”. […]


En la Exhortación Apostólica Postsinodal Christus vivit, del 25 de marzo pasado, en 50 páginas de nueve capítulos el papa Francisco se dirige a los jóvenes.

Primero los anima: “Cuando te sientas avejentado por la tristeza, los rencores, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”.

En el Capítulo primero, ¿Qué dice la Palabra de Dios sobre los jóvenes?, les hace ver que “La gloria de la juventud está en el corazón más que en la fuerza física o en la impresión que uno provoca en los demás”.

En el Capítulo segundo, Jesucristo siempre joven, despierta su confianza: “Jesús dirigió su mirada al futuro abandonándose en las manos seguras del Padre y a la fuerza del Espíritu. En Jesús todos los jóvenes pueden reconocerse”. 

En el Capítulo tercero, Ustedes son el ahora de Dios, los confronta: “Si eres joven en edad, pero te sientes débil, cansado o desilusionado, pídele a Jesús que te renueve. Con Él no falta la esperanza. Lo mismo puedes hacer si te sientes sumergido en los vicios, las malas costumbres, el egoísmo o la comodidad enfermiza”.

En el Capítulo cuarto, El gran anuncio para todos los jóvenes, se dirige a su espiritualidad: “Donde están el Padre y Jesucristo, también está el Espíritu Santo. Es Él quien está detrás, quien prepara y abre los corazones para que reciban ese anuncio, quien mantiene viva esa experiencia de salvación, quien te ayudará a crecer en esa alegría si lo dejas actuar”.

En el Capítulo quinto, Caminos de juventud, los guía: No se trata de ser un insaciable obsesionado por más y más placeres. Eso te impedirá vivir el presente. La cuestión es saber abrir los ojos y detenerte para vivir plenamente y con gratitud cada pequeño don de la vida”.

En el Capítulo sexto, Jóvenes con raíces, los previene: “Si una persona les hace una propuesta y les dice que ignoren la historia, que no recojan la experiencia de los mayores, que desprecien todo lo pasado y que sólo miren el futuro que él les ofrece, ¿no es una forma fácil de atraparlos con su propuesta para que solamente hagan lo que él les dice?”.

En el Capítulo séptimo, La pastoral de los jóvenes, explica que “la pastoral juvenil implica dos líneas de acción. Una es La Búsqueda, la convocatoria, el llamado que atraiga a nuevos jóvenes a la experiencia del Señor. La otra es El Crecimiento, el desarrollo de un camino de maduración”.

En el Capítulo octavo, La vocación, los hace recapacitar: “No dejen que los engañen esos que les proponen una vida de desenfreno individualista que finalmente lleva al aislamiento y a la peor soledad”.

En el Capítulo noveno, El discernimiento, los convoca a conocerse: “Para discernir la propia vocación, es necesario hacerse varias preguntas. ¿Me conozco a mí mismo, más allá de las apariencias o de mis sensaciones?, ¿conozco lo que alegra o entristece mi corazón?, ¿cuáles son mis fortalezas y mis debilidades?, ¿cómo puedo servir mejor y ser más útil al mundo y a la Iglesia?, ¿cuál es mi lugar en esta tierra?, ¿qué podría ofrecer yo a la sociedad?”.

Finalmente, los congrega: “La Iglesia necesita su entusiasmo, sus intuiciones, su fe”.