Arrogancia imperial de Hillary; insulta a México, no a Peña

 

La política es el arte de la resistencia, porque el que se enoja pierde


La negativa de la candidata demócrata Hillary Clinton a la invitación del presidente Peña Nieto fue una muestra de la arrogancia imperial que adelantó lo que vendría para México con la presidencia clintoniana y, de paso, metió a EU en el proceso de sucesión presidencial mexicana de 2018.

La actitud de Hillary forma parte de una estrategi30a estadounidense: la declaración de la nueva embajadora Roberta Jacobson de que los mexicanos deberían votar contra la corrupción priista, el apoyo de la Casa Blanca al PAN como la carta de la alternancia que impulsaron Ronald Reagan y Bill Clinton, las actitudes groseras del presidente Obama con el presidente Peña Nieto y la presión estadounidense que sacó del juego sucesorio mexicano a Luis Videgaray.

Los comportamientos de los políticos norteamericanos no son reactivos sino estratégicos. La política exterior de Hillary va a tratar de recuperar los espacios cedidos por la impericia del presidente Obama en el manejo de la geopolítica de dominación. Ante la ofensiva de Vladimir Putin para reconstruir el poder de Rusia, el dominio creciente de China y el fracaso de Washington en el Oriente Medio, Hillary Clinton es la mano dura de una política considerada en el ala agresiva de los halcones militaristas.

Ante la debilidad de Obama, Hillary representa la doctrina roosveltiana de la “rendición incondicional”. Se trata de la arrogancia del poder que reveló el senador J. William Fulbright en su libro de 1966, las dos patrias de EU: la de Abraham Lincoln y Adlai Stevenson, y la de Theodore Roosevelt y los modernos súperpatriotas: “una es generosa y humana, la otra estrechamente egoísta, una es capaz de criticarse a sí misma y la otra es hipócrita y farisaica”, en fin, “una es juiciosa y la otra arrogante en el uso del poder”.

La negativa de Hillary Clinton de venir a México a encontrarse con el presidente Peña Nieto fue la definición de su diplomacia hacia su vecino del sur: el desdén, el desprecio, el rencor; pero sobre todo, la incapacidad del equipo clintoniano para analizar el asunto Trump en México desde la óptica de la geopolítica y la coyuntura del poder, no desde el enojo imperial.

Lo que viene para México es la redefinición de su política exterior frente a Estados Unidos recuperando el orgullo antiimperialista histórico y reduciendo los tratos a lo puramente comercial con exigencias de mayores aperturas en la economía americana.

Asimismo, habrá que incluir el factor estadounidense en las variables en la designación de candidaturas presidenciales en México y en la definición de propuestas de gobierno, porque Trump o Hillary en la Casa Blanca serían la oportunidad para liquidar ese complejo de inferioridad que ha tenido históricamente México, lo mismo escondiendo sus cartas como en los años del priismo que pensando en inglés como con el tratado salinista.

Al final de cuentas, un México estable es más importante para Washington que unos Estados Unidos generosos para México.

The White House 2016: la estrategia electoral de Donald Trump es lograr el copetito en los votos con la comunidad afroamericana y la hispana, aprovechando el desencanto de ambos sectores sociales con las promesas incumplidas de Obama y los demócratas con la reforma migratoria… Julian Assange, fundador de WikiLeaks, anunció que la próxima semana habrá revelaciones negativas sobre Hillary Clinton por sus correos electrónicos hackeados… Trump gana 19 puntos arriba de Hillary en encuesta con militares.


Política para dummies: La política es el arte de la resistencia, porque el que se enoja pierde.

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