Comunicar la verdad

 

Todo cristiano debe dar razón de su fe


No es una opción, es una obligación de todo cristiano anunciar el Evangelio; es la tarea, la misión que el Señor nos dejó antes de su Ascensión a los cielos: “Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16,15). En efecto, aunque ya somos del Señor, todavía estamos en el mundo, y es aquí donde hemos de darlo a conocer. Pero hay un impedimento, que es el miedo; el miedo que paraliza, que impide hacer lo que se debe hacer, y es por el miedo que, al anunciar la fe en Jesucristo se tiene miedo a la crítica, a la censura, a la burla, al insulto; ya en los ambientes propios, ya en los medios de comunicación, ya en las redes sociales.

En rigor, todo cristiano debe dar razón de su fe, desde su ambiente, en su actividad cotidiana, desde su propia trinchera; sin temor, pues “¿quién les hará mal si se afanan por el bien? Mas, aunque sufrieran a causa de mi justicia, dichosos ustedes. No les tengan ningún miedo ni se turben. Al contrario, den culto al Señor, Cristo, en sus corazones, siempre dispuestos a dar respuesta a todo el que les pida razón de su esperanza. Pero háganlo con dulzura y respeto” (1P 3,13-15).

¿Vamos a permitir que el miedo nos impida dar razón de nuestra esperanza? ¡Cuántos mártires han muerto dando razón de nuestra fe con sus propias vidas! Hoy, nosotros… ¿no podremos tolerar una crítica o una burla a cambio de proclamar el nombre de Jesucristo..?

Nadie debe “avergonzarse de dar testimonio del Señor” (2Tm 1,8). Al hablar de Cristo se habla de la verdad, y eso enorgullece y dignifica.

Fue el papa Benedicto XVI quien nos enseñó a no tener miedo y a hablar con la verdad cuando con firmeza sacudió el árbol para que cayesen los frutos podridos de aquellos malos sacerdotes que ensuciaron el rostro de la Iglesia con sus conductas inapropiadas y delictivas.

En aquellos días, el papa Benedicto hizo un llamamiento a que todo testigo o víctima declarara en la investigación que él mismo abrió sobre los abusos sexuales de algunos clérigos desalmados. Durante su ilustre pontificado, el Papa mostró que el silencio que en la comunicación pretende evitar escándalos o divisiones en la Iglesia acaba por convertirse en complicidad.

Hoy se vive una división creciente en el seno de la Iglesia. ¿Vamos a callar otra vez o vamos a informar y a comunicar las causales reales de esta división? No es al informar cuando se divide, sino cuando se enseña una doctrina falsa. Es posible que inicie un tiempo de persecución. Si es así, vendrán tiempos difíciles en los que seremos denostados por unos grupos, aunque reconocidos por otros.

Comunicar la verdad proporciona un cierto sufrimiento porque “la verdad no perece, pero padece” (santa Teresa de Jesús).