Corte de caja 2: el estrés social

 

Es una realidad, los mexicanos ya somos una sociedad estresada. La corrupción ha terminado por ahogarnos a todos, incluyendo a los distintos estamentos del gobierno. Estamos sumergidos en una angustia social al no poder confiar prácticamente en ninguna de las instituciones o instancias que pagamos entre todos con nuestros impuestos, para tener un ordenamiento que […]


Es una realidad, los mexicanos ya somos una sociedad estresada. La corrupción ha terminado por ahogarnos a todos, incluyendo a los distintos estamentos del gobierno.

Estamos sumergidos en una angustia social al no poder confiar prácticamente en ninguna de las instituciones o instancias que pagamos entre todos con nuestros impuestos, para tener un ordenamiento que por lo menos persiga la justicia y no sólo la proclame.

Y es que, los políticos sólo se dedican a sus asuntos los cuales casi nunca son coincidentes con los asuntos que a nosotros –el pueblo de México– nos preocupan.

En ese sentido, celebro el interés social de algunos sectores de nuestra población que deciden organizarse para defender sus derechos. Como ocurre, por ejemplo, con aquellos movimientos que exigen el respeto a todas las personas independientemente de su orientación sexual.

Sin embargo, echo de menos que esa misma movilización y ese mismo vigor que usamos para propugnar por los derechos de las parejas entre personas del  mismo sexo sea utilizada para defender medidas de orden social que combatan nuestra principal fuente de problemas y la base de donde provienen todos los aspectos que nos hacen vivir en peligro.

También echo de menos que ese estrés social no se utilice para perfeccionar el sistema en el que vivimos. Ya que al final del día toda sociedad debe contar con un mecanismo de premio y castigo, aunque aquí en México el castigo es colectivo y el premio es selectivo.

Y para aquellos que lo hacen mal, nunca se encuentran los medios para castigarlos salvo cuando alguien toma la ley por su propia mano, o cuando las organizaciones del crimen retuercen, compran y vulneran las leyes, y determinan la muerte o el castigo de alguno de sus oponentes.

Mientras tanto, somos una sociedad que vive atemorizada. Y somos una sociedad que ha adquirido la mala costumbre de vivir en el desgobierno.

El estrés de México se debe a muchos factores, pero particularmente a la enorme desigualdad social existente que ya resulta insostenible.

Pero que nadie entienda esto como una privación a las movilizaciones sociales, aunque para evitar que se conviertan en levantamientos violentos en necesario articular las respuestas sociales y morales que aún están pendientes.

Sin duda, vivimos estresados, y eso se debe en parte a que ninguno de los que designamos, nombramos y pagamos para ser responsables de impulsar nuestro bienestar se siente comprometido con esa encomienda y sólo nos utilizan en lugar de devolvernos lo que les damos por medio de un buen gobierno.