Crisis tricolor

 

Enrique Ochoa ha venido hilando una serie de yerros que lo tienen al borde del colapso


Definitivamente Enrique Ochoa no las trae todas consigo. Aparte de hilar una brutal serie de yerros verbales, ahora resulta que el otrora partido que propugnaba por la vigencia de la democracia se ha llenado de autócratas, comenzando por quien detenta la Presidencia del Comité Ejecutivo Nacional. Ochoa ha venido hilando una serie de yerros que lo tienen al borde del colapso y a los militantes con ganas de iniciar una desbandada unos, y una purga interna otros.

Por lo pronto, la diputada con licencia y aspirante presidencial, Ivonne Ortega Pacheco, solicitó al dirigente nacional que explique si la postura del líder del sector popular, Arturo Zamora, en contra del grupo Alianza Generacional es también la del Comité Ejecutivo Nacional del PRI, porque de ser así ella misma valoraría incluso su permanencia en las filas tricolores. No faltará quien señale que este diferendo es parte de la “calentura” por la candidatura presidencial, y tendrá razón.

La lucha por la sucesión del Presidente Enrique Peña Nieto ya comenzó.

Si el señor Ochoa intenta someter a los distintos grupos políticos a sus designios, o a los que le señalen en la Residencia Oficial de Los Pinos, provocará una rebelión que pudiera terminar en una desbandada de cuadros políticos hartos de que los hayan sometido a una disciplina cuasi militar a cambio de nada.

No sé si la carencia de sensibilidad del señor Ochoa sea producto de un mandato desde Los Pinos para mantener en calma los ánimos sucesores, u otra de sus ocurrencias.

Por lo pronto, los equilibrios se han roto, y difícilmente habrá alguien con el oficio para restablecerlos en su totalidad para generar una mínima capacidad de maniobra a la hora de tomar decisiones respecto de las precandidaturas rumbo a la sucesión presidencial. El señor Ochoa podrá entregar buenas cuentas al presidente Enrique Peña Nieto si entiende que una escisión solamente servirá para dividir aún más a los militantes. Pero como van las cosas, parece que ni siquiera se ha enterado de ello.

Ojalá recuerde que el crecimiento, formación y conformación de la mayor parte de los grupos de la izquierda de este país surgió a raíz de los desatinos políticos durante la elección de 1988, y se reafirmaron con los magnicidios de quién estaba destinado a encabezar el Congreso, José Francisco Ruiz Massieu, y del candidato presidencial priista Luis  Donaldo Colosio en 1994. Ahí comenzó la crisis que dio inicio a la alternancia en el año 2000.

Antes se afirmaba que el político más peligroso era el político desempleado, y el senador Arturo Zamora se dio cuenta de ello demasiado tarde cuando los llamó “políticos de café”, lo que originó la crisis que seguramente se profundizará en los siguientes días ante la carencia de sensibilidad política del señor Ochoa y su falta de visión para plantearse escenarios futuros. El peligro acecha a los tricolores, porque una desbandada en estos momentos sería un desastre de proporciones mayúsculas. Al tiempo.

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