Cristianos dalits

 

El 60 por ciento de los cristianos de India son dalits olvidados por su sociedad, pero no por la Iglesia


Roberto O’Farrill Corona

 

India es el segundo país más poblado del mundo con mil 324 millones de habitantes. Su sistema de castas provoca miseria, principalmente entre los dalits, la casta más baja. Conforman 60 por ciento de la población y carecen de todo derecho en el sistema de castas, que aunque en la Constitución de la India está abolido, en la práctica no es así.

La palabra, dalit, que significa “alguien emergido de un pantano”, se aplica a los parias, a gente intocable, sin dignidad. No se les considera seres humanos, son invisibles por ser miserables y porque así les tocó nacer, vivir y morir. Viven en casas de tres por tres metros, y entre ellos todavía hay una casta más baja, los musahar o “come ratas”, llamados así porque ese es su alimento. Además, por su religión, viven amenazados por espíritus de un mundo imaginario, por malos espíritus que los acosan tanto que viven siempre con miedo.

Esto no es todo en este drama, pues los cristianos, que constituyen apenas 2.3 por ciento de la población india, y que conforman 60 por ciento de los dalits, sufren doble discriminación, la provocada por su lamentable casta y también por su vivencia de la fe en el cristianismo; son minoría, sufren hostilidad constante y son perseguidos por grupos radicalizados políticamente.

Este acoso obedece a que el cristianismo está rompiendo todos los esquemas de los dalits al enterarse de que existe un Dios que ama particularmente a los más pequeños y pobres.

Los 200 obispos católicos de India, en su compromiso con los 200 millones de dalits del país, reafirmando el espíritu misionero de su actividad, determinaron que la Iglesia no solamente debe promover programas de desarrollo y de inclusión social, sino que también debe comprender las causas discriminatorias con miras a su curación.

En el norte, la Iglesia se organiza en misiones, que son espacios compuestos por la iglesia, la casa del sacerdote, un colegio, un internado de niños, otro de niñas, y el convento de las religiosas, quienes, además de dar estudios a los niños, enseñan a leer a sus padres y los forman en el amor, el respeto, la convivencia, la fraternidad y la dignidad, algo que para los indios más pobres y discriminados es imposible encontrar en centros educativos gubernamentales.

Los dalits, que no tienen acceso a ningún tipo de educación, cuando se encuentran con el cristianismo se sienten liberados y conocen la dignidad al percatarse de que su vida vale y tiene sentido, reciben oportunidades de educación y se sienten amados por Dios y por los demás.

El 60 por ciento de los cristianos de India son dalits olvidados por su sociedad, pero no por la Iglesia, que al mirar a cada dalit como persona, está haciendo una verdadera revolución mediante la evangelización que se sustenta en la transmisión de los valores cristianos fundados en el amor a través de la educación, salud y formación, pues en el amor no hay castas, todos somos iguales ante Dios.