Cuba y su intolerable descortesía diplomática

 

No quiere que se haga mucho ruido sobre una innegable realidad


La negativa de entrada al ex presidente Felipe Calderón por parte del Gobierno cubano contrasta con lo que sucedía en abril de 2012 cuando el todavía avión presidencial Presidente Juárez lo transportó en calidad de jefe de Estado al Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana, Cuba, en Rancho Boyeros.

En aquella ocasión Calderón agradecería al pueblo y al Gobierno de Cuba, especialmente al presidente Raúl Castro “por su amable invitación para visitar a este hermano país”. Calderón Hinojosa diría, además, que su visita obedecía a “la cercanía, a la amistad y a la hermandad existentes entre el pueblo de México y el pueblo de Cuba. ¿Qué cambió? ¿Que Felipe Calderón ya no es presidente? Bueno desde luego, pero hay algo más.

La visita que a Calderón no se le permitió hacer, tenía por objeto asistir al aniversario luctuoso de Oswaldo Payá, líder opositor, fundador del Proyecto Varela, varias veces candidato al Premio Nobel de la Paz e incansable luchador por la democracia en Cuba.

El régimen de Raúl Castro le impidió ahora la asistencia a Calderón porque no quiere que se haga mucho ruido sobre una innegable realidad que muchos quieren ignorar y que es que Cuba no es una democracia, sino una dictadura. Así de simple.

Sin embargo, hay otros elementos que se tienen que considerar. En su calidad de ex presidente de México y tal y como lo establece la ley, Calderón cuenta con pasaporte diplomático. Impedirle la entrada a Cuba es por lo tanto una descortesía, por decir lo menos, del Estado cubano frente al Estado mexicano.

Lo cual de pronto resultaría normal en virtud de que mientras que el mexicano es un democrático, el cubano es un estado dictatorial.

Sin embargo, esto que es una verdad del tamaño de una casa es algo que muchos en nuestro país simplemente no quieren ver.

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