De madera, huracán y temblor

 

No siempre la transición arquitectónica significa evolución


No siempre la transición arquitectónica significa evolución, mejora, riqueza, certeza para familias y empresas. Años de corrupción y nula reglamentación antisísmica, terminaron por agravar los efectos del terremoto de 2010 en Haití. 300 mil muertos y extensos daños materiales convirtieron a esos 7.2 grados Richter en la peor tragedia humanitaria –por causas naturales– en la historia.

Muchos de los que cubrimos el terremoto pensábamos que no podría haber un “peor escenario” en la larga cadena de tragedias naturales y políticas sufridas por el país más pobre de América. Aún hoy tengo presente esas miradas perdidas, incendios, derrumbes en todas direcciones; gente ofertando sexo a cambio de comida y ese olor añejo a muerte mezclada con desechos humanos, basura, abandono y miseria en las calles de Puerto Príncipe, incluso en Pétionville, la zona “rica” de la ciudad, en localidades como Léogâne y Carrefour, epicentro del sismo.

El cambio de modelo arquitectónico en Haití tuvo su boom en los años 70 y 80, cuando la deforestación se agravó y no hubo más madera local que talar. Las montañas sin vegetación son hoy una rampa para las lluvias que barren las laderas. Toda la Península Tiburón, a escasos kilómetros de la zona afectada por el terremoto hace seis años, sufrió el golpe de Matthew.

Más de 800 cuerpos fueron recuperados. 24 mil casas sufrieron daños. Les Cayes, Dame Marie y Jeremie, en el departamento sur, son el foco de esta nueva tragedia. Matthew aumentará la cifra de desplazados, que es de 80 mil por el terremoto. Y aún falta la factura sanitaria. Porque el león no es komo lo pintan, el paso de madera a construcciones de piedra y luego al cemento debe leerse de diferente manera en el caso de Haití.