Debacle tricolor

 

El PRI trata de dar una imagen de fortaleza cuando la realidad es que, para muchos, incluso, debería desaparecer


Después de lo que históricamente representa la más grave pérdida, no sólo de prestigio sino de presencia, el PRI trata de dar una imagen de fortaleza cuando la realidad es que, para muchos, incluso, debería desaparecer.

La cadena de errores cometidos, por lo que fuera la aplanadora o la maquinaria perfecta, se dieron, para muchos priistas de muchos años, con las decisiones tomadas en la designación de Enrique Ochoa Reza como presidente del CEN del PRI; la falta de intervención ante los robos de gobernadores de ese partido y de la galopante corrupción que se dio en los ámbitos del gobierno saliente, sembrando división y encono hacia el interior del instituto político.

El arribo de René Juárez Cisneros, un priista auténtico, para intentar, sin éxito, salvar la campaña moviendo las estructuras territoriales que tuvo alguna vez el partido, se convirtió en una labor titánica que no alcanzó siquiera a salvar al candidato ciudadano José Antonio Meade Kuribreña, al que, como al Pípila, le pusieron una lápida en la espalda con el sello del PRI.

Cuando se habla de una profunda reflexión y de no autoflagelarse, como lo asegura Juárez Cisneros, no es más que el recuento de los daños más graves en la historia del PRI, que tuvo resultados muy menores que lo redujeron de su verdadera dimensión y que, si se tratara de dar ejemplos de lo anterior, valdría la pena señalar que en el Estado de México, bastión priista, que pudo salvar para Alfredo del Mazo, las elecciones a gobernador, de 38 distritos perdió 34, y de 125 perdió 112 municipios, incluyendo Atlacomulco, cuna del grupo político de donde salieron por sexenio, gobernadores mexiquenses, presidentes municipales, diputados federales y locales, además de senadores.

En otros asuntos, al llamado “priista número uno”, Enrique Peña Nieto, la visita del virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional, vino a ser, más que de protocolo, del inicio de un gobierno que ocupará el cargo de manera oficial el 1 de diciembre.

El presidente nacional del PRI, los gobernadores que aún quedan y la estructura del Comité Ejecutivo Nacional lucían caras largas y débiles aplausos cuando Juárez Cisneros dijo que el apoyo y reconocimiento del PRI eran para Enrique Peña Nieto, dado que el partido quedó casi en cuarto lugar electoral.