¿Quién teme a la realidad?

 

Ambos candidatos están técnicamente empatados


El debate entre Hillary Clinton y Donald Trump tiene de momento una clara víctima llamada realidad.

Ahora ambos candidatos están técnicamente empatados, y pese a que éste escenario parece increíble no es la primera vez en la historia que sucede algo así y probablemente no será la última.

Toda una generación –a la que yo pertenezco– crecimos asumiendo que en Estados Unidos pese a todo, pese a sus excesos y a su condición de gringos era verdad aquello de “It can´t happen here”, un libro de Sinclair Lewis que expone la forma en la que se podría desatar un golpe de Estado en el imperio del norte, concluyendo justo con el principio de que “eso no puede pasar aquí”.

Hillary tiene una gran responsabilidad, en principio porque como mujer debe saber que no basta con enfatizar en cuestiones de género para conquistar la Casa Blanca, aunque desde hace muchos años el mundo espera tener una emperatriz aclamada por elección.

Y es que, si uno analiza la historia de Hillary Rodham Clinton es posible observar todo lo que hizo bien, hasta que se convirtió en candidata. Puesto que su campaña ha sido mala, se ha desarrollado en contra de la realidad y sobre todo está siendo la campaña de una mujer que no conecta con las mujeres jóvenes y tampoco con las nuevas generaciones.

Por su parte, la campaña de Trump ha sido el resultado de lo que ofrecen los nuevos tiempos, la posibilidad de no pagar las deudas, de ofender de manera impune y de gritar, gritar y gritar.

¿Con qué me quedo de las propuestas que hicieron? Sólo con una conclusión: ninguno de los dos candidatos son una buena alternativa. Porque si triunfa ella lo hará confundida, debilitada y al servicio de un régimen que claramente se murió en las alas del pájaro azul del Twitter.

Y si gana él todo será rudeza y maldad, porque a fin de cuentas Trump ha decidido encarnar a todos los villanos de la cultura popular estadounidense, evidenciando los orígenes de la vulgaridad que toda sociedad lleva dentro y que todo ser humano lo traemos implícito junto con el acta de nacimiento. Aunque una vez que termine de amenazar, de insultar y de despreciar, en caso de obtener la victoria, ¿qué hará? ¿Diseñará un nuevo uniforme? ¿Empezará a construir muros? ¿Qué hará?

Pero sobre todo aún me inquieta una pregunta muy clara: ¿cuál es el programa de Donald Trump y cuál es el programa de Hillary Clinton que podrá sobrevivir después de esta lección de incapacidad y mediocridad política que han puesto de manifiesto sus campañas?