“Declaración de Fe”

 

En un documento firmado el 10 de febrero por el cardenal Gerhard Müller, y publicado bajo el título “Declaración de Fe”, quien fuese el Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, tanto con Benedicto XVI como con Francisco, explica que “Ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de […]


En un documento firmado el 10 de febrero por el cardenal Gerhard Müller, y publicado bajo el título “Declaración de Fe”, quien fuese el Prefecto de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, tanto con Benedicto XVI como con Francisco, explica que “Ante la creciente confusión en la enseñanza de la doctrina de la fe, muchos obispos, sacerdotes, religiosos y laicos de la Iglesia Católica me han pedido dar testimonio público de la verdad de la Revelación”, testimonio público que fundamenta con citas del Catecismo de la Iglesia Católica.

En el inciso “Dios uno y trino, revelado en Jesucristo”, el documento menciona: “El Verbo hecho carne, el Hijo de Dios, es el único redentor del mundo y el único mediador entre Dios y los hombres. En consecuencia, la Primera Carta de san Juan describe como Anticristo al que niega su divinidad”.

En el inciso “La Iglesia”, sostiene: “Jesucristo fundó la Iglesia como signo visible e instrumento de salvación, que subsiste en la Iglesia Católica” y agrega que “la obra de la redención de Cristo se hace presente en el tiempo y en el espacio en la celebración de los santos sacramentos, especialmente en el sacrificio eucarístico”.

En el inciso “El orden sacramental”, afirma: “La Iglesia no es una asociación fundada por el hombre cuya estructura es votada por sus miembros a voluntad. Es de origen divino” y asegura: “La tarea del Magisterio de la Iglesia es proteger al pueblo de las desviaciones y de las fallas y garantizarle la posibilidad objetiva de profesar sin error la fe auténtica”.

En el inciso “La ley moral”, Müller expresa: “La ley moral es obra de la sabiduría divina y conduce al hombre a la bienaventuranza prometida. En consecuencia, el conocimiento de la ley moral divina y natural es necesario para hacer el bien y alcanzar su fin. Su observancia es necesaria para la salvación”.

Finalmente, en el inciso “La vida eterna”, recuerda que “Ocultar estas y otras verdades de fe y enseñar a la gente en consecuencia, es el peor engaño del que el Catecismo advierte enfáticamente. Representa la prueba final de la Iglesia y lleva a la gente a un engaño religioso de mentiras; es el engaño del Anticristo. “Él engañará a los que se pierden por toda clase de injusticia, porque se han cerrado al amor de la verdad por la cual debían ser salvados” (2 Tesalonicenses 2,10)”.

Esta “Declaración de Fe” termina con una invocación: “Estas palabras también se dirigen en particular a nosotros, obispos y sacerdotes, cuando Pablo, el apóstol de Jesucristo, da esta amonestación a su compañero y sucesor Timoteo: “Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús que ha de venir a juzgar a vivos y muertos, por su Manifestación y por su Reino: “Proclama la Palabra, insiste a tiempo y a destiempo, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque vendrá un tiempo en que los hombres no soportarán la doctrina sana, sino que, arrastrados por sus propias pasiones, se harán con un montón de maestros por el prurito de oír novedades; apartarán sus oídos de la verdad y se volverán a las fábulas. Tú, en cambio, pórtate en todo con prudencia, soporta los sufrimientos, realiza la función de evangelizador, desempeña a la perfección tu ministerio.” (2 Tim 4,1-5)”.