Desabasto de agua: grave problema de salud pública

 

El problema del abasto de agua potable se agudizó


Hasta muy noche o muy temprano, de madrugada, Pati permanece atenta a la cisterna: al fondo, la manguera, a tres metros de profundidad, con la llave abierta. Nada, ni una gota de agua.

Marca el teléfono de Odapas, organismo estatal responsable del servicio del agua potable.

Después del sismo del 19 de septiembre, el problema del abasto de agua potable a la población de la zona metropolitana del Valle de México se agudizó. Juan Hugo de la Rosa, el presidente municipal de Nezahualcóyotl, reconoció que al menos 300 mil habitantes del municipio fueron afectados, ya por lo ruptura de la red principal, o por el corte de energía eléctrica a diversos pozos, lo que impidió bombear el líquido. –Desde siempre hemos bailado con la más fea: la carencia –dice don Burris, popular sexagenario habitante de la colonia Estado de México.

–Cuando niños, cabeceábamos ante la llave, entonces colocada un metro arriba del piso.

Había que estar atento a que fluyera para colocar un bote, otro, vaciarlos en tinas, en tambos de 200 litros. En la familia nos turnábamos para esta labor. Y siempre andábamos con sueño, en la escuela, nos dormíamos y bajaban nuestras calificaciones.

Cuando instalaron la red de agua potable en algunas colonias, alguien determinó que sólo las calles pares tendrían servicio. Floreció el oficio de aguador: no se vendía el agua, sino el traslado en dos latas de 20 litros hasta el domicilio del solicitante.

Hubo aguadores que monopolizaron las tomas públicas y ocasionaron batallas campales para obtener los litros elementales para el gasto diario.

Las zonas norte y oriente profundo de Nezahualcóyotl padecen más que otras la carencia. Incluso mediante la violencia, los vecinos se hacen de las pipas que circulan transportando el agua.

Perla, Reforma, Metropolitana, Las Águilas, Floresta, Esperanza, Manantiales, Villada, Benito Juárez, saturan con sus pedidos a los piperos de Odapas o particulares.

Incluso, los vecinos escarban junto a las tomas para abastecerse, y la autoridad municipal los considera culpables, al menos en parte, del desabasto, pues ocasionan averías a la red.

Ya es común ver a los colonos que, con varios recipientes, llegan hasta los pozos donde los piperos llenan sus depósitos, y trasladan el agua a sus domicilios.

Las promesas de un abasto eficiente para los habitantes de Nezahualcóyotl, Estado de México, e Iztapalapa, en la CDMX, son tradicionalmente incumplidas. Recién el director del Sistema de Aguas de la Ciudad de México, Ramón Aguirre, señaló que persiste un problema complicado en la zona y solucionarlo “será un proceso lento”.

El problema es añejo y tiene que ver con las proverbiales prácticas de corrupción e ineficacia; integrantes de la División de Ingeniería Civil y Geomática de la UNAM publicaron en la web el proyecto Abastecimiento de agua potable en la Zona Metropolitana del Valle de México; en él consideran aspectos relacionados con el abasto: migración excesiva; urbanización y sobre explotación de los mantos acuíferos; reducción de las áreas de recarga; hundimientos, que ocasionan daños a la infraestructura hidráulica: fracturas en las tuberías, fugas y escasez.

Por lo anterior, señala el proyecto, “existe desigualdad en cuanto a la distribución del líquido, e incluso en ocasiones incumpliendo con este derecho por ley”.

–Además que pagamos el servicio anualmente, ante la escasez recurrimos a los piperos de Odapas, y sólo surten por dos minutos. Somos cinco familias en el terreno y resulta insuficiente.

Cada una aporta 103 pesos para llenar la cisterna con los piperos particulares, que no dan factura por la venta; hay que llenarla al menos dos veces por semana –informa don Burris, quien además debe pagar por que le surtan lo elemental para su taller de carpintería, para bañarse y el sanitario.

La carencia de agua, además de los problemas señalados, ocasiona fracturas en el tejido social, las relaciones interpersonales se afectan por los roces que el desabasto ocasiona: que en tu familia son más miembros, su consumo es mayor, ¿por qué debemos pagar iguales, si unos gastan más que otros?; que el comisionado para solicitar el servicio al pipero altera los costos, no existe factura que pruebe el costo real y así el comisionado obtiene su dotación gratuita, a costillas de los demás; que…

El proyecto de la UNAM señala que “la falta de mantenimiento en las redes de abastecimiento y la contaminación de los mantos acuíferos, generan un grave problema de salud pública” en la zona metropolitana. Esta situación nos remite a la novela La gota de agua (1984), donde Vicente Leñero escribe:

“—No hay agua. “Con la mala noticia, el domingo 31 de enero amanecía definitivamente sucio. Pensé que me sería imposible abrir los ojos porque tendría los párpados pegados por legañas, duras como resistol. Me sentí anticipadamente mugriento, sudoroso, oliendo a chivo, barbón. El cabello tieso, la cara escurrida, las uñas negras, el alma toda convertida en un costal de inmundicias que debería cargar durante la mañana entera, la tarde y la noche de ese domingo infeliz.

“—No exageres —dijo Estela cuando me oyó repelar.

“En calzoncillos hice girar las llaves del lavabo y de la regadera. Ni una gota cayó de la nariz del lavabo; gorgoriteó apenas la manzana de la regadera y dos o tres lagrimones gravitaron hasta el piso de azulejo gimiendo plop, plop.

—Ni una maldita gota en toda la casa, me lleva la chingada.

“… Me dormí hasta las tres de la madrugada cansado de esperar el ruido del agua subiendo a los tinacos y llenando el tanque del excusado. Nada se oyó.”