Desabasto e ineficiencia

 

Sin lugar a dudas el destino nos está alcanzando. Y no se trata de emular a los guionistas de cine, porque no existe un parámetro de comparación entre la ciencia ficción que vemos en las pantallas plateadas y la ciencia de la que ha hecho gala el Presidente Andrés Manuel López Obrador a la hora […]


Sin lugar a dudas el destino nos está alcanzando. Y no se trata de emular a los guionistas de cine, porque no existe un parámetro de comparación entre la ciencia ficción que vemos en las pantallas plateadas y la ciencia de la que ha hecho gala el Presidente Andrés Manuel López Obrador a la hora de explicar a los mexicanos el costo social, político y económico de cada una de las decisiones que toma en sus consabidas conferencias mañaneras, o las ocurrencias con que ha iniciado su gobierno.

Claro está que el costo lo tendremos que asumir los mexicanos de todas las latitudes, aunque francamente no creo que eso le preocupe porque lo ha seguido haciendo cada vez que tiene algo en mente. También desconozco si sea una estrategia para desviar la atención de otros problemas mayores, porque hasta ahora lo único que he visto es una serie de actos que más que serenidad entre la población, están generando un tremendo temor de que las cosas se descompongan de forma irremediable.

Lo primero que me desconcertó fue la presencia de Nicolás Maduro en Palacio Nacional, ese tirano venezolano que sigue matando a su pueblo de hambre, y con quien se retrato señalándolo como su amigo, al igual que a Evo Morales, otra joya del nefasto populismo sudamericano que también intenta empobrecer a los bolivianos hasta matarlos de hambre. Lo peor de todo esto es que Héctor Díaz Polanco, Yeidckol Polevnsky, Dolores Padierna, y Gerardo Fernández Noroña se la pasaron elogiando a los sátrapas sudamericanos, y aún así obtuvieron mayoría, lo que habla del profundo encono de un pueblo que prefiere la auto inmolación antes que avalar la complacencia de los corruptos.

Un Presidente de la República no puede pedir paciencia al pueblo que lo eligió porque la medida implementada es producto de una ocurrencia personal o grupal y nunca de una estrategia planeada y controlada para la obtención de un resultado específico. Cuando el desabasto de combustible se presenta en la misma Capital de la República es que forma parte un evento que ya se salió del control del Gobierno Federal, y por mucho que el Presidente de la República acuda a justificaciones simplistas, el encono acumulado terminará por desbordarse en cualquier momento.

Lanzar acusaciones de toda índole a diestra y siniestra a quienes fueron los responsables de la conducción gubernamental durante el sexenio pasado, puede ser un recurso retórico para generar encono popular contra aquellos que ya se fueron, pero la verdad pudiera presentarse en cualquier momento como un elemento propicio para la denostación grupal y demostración de ineficiencia gubernamental, lo que comenzaría sin lugar a dudas a minar la autoridad moral del Presidente de la República.

Fustigar con verdades a medias y condenar con estrategias mediáticas es una buena forma de quitarse reflectores que pudieran evidenciar la carencia de un plan de gobierno para solucionar los problemas más apremiantes de los mexicanos: trabajo e inseguridad. Acusar al pasado de los males del presente es un simple recurso retórico de distracción, pero si algo necesitamos los mexicanos son certezas, y hasta ahora lo único cierto es que por ahora el Gobierno de México no tiene rumbo ni dirección.

Al tiempo.

Vladimir.galeana@capitalmedia.mx