Desafiando al mundo

Fidel tiene malquerientes y adeptos en todos los rincones de nuestra América Latina
Vladimir Galeana Publicado el
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Bien dicen que la voluntad es la madre de todas las victorias, y vaya que aquel hombre que encabezaba a un puñado de ilusos supo decirles exactamente lo que ellos querían escuchar para aventurarse a la conquista de un país, cuyo dictador no permitía indisciplinas y quién intentaba transgredir el orden era condenado a trabajos forzados cuando bien le iba, porque la otra forma en que se castigaba a los opositores era con la muerte.

Rubén Zaldívar nació con el siglo XX, pero un día decidió que se llamaría Fulgencio Batista Zaldívar y que llegaría a gobernar Cuba a fuerza de tiros y orden.

Su primera incursión en la búsqueda del poder ocurrió en 1933 con “La Revuelta de los Sargentos” que acabó con el gobierno de Gerardo Machado. Batista se autonombró jefe de las Fuerzas Armadas y estableció una Junta de Gobierno conocida como la “La Pentarquía”, que le permitió mantener el control sobre varios presidentes hasta que en 1940 decidió que nadie más estaría por encima de él y se hizo presidente. Terminado su periodo se fue a Estados Unidos y regresó para ser candidato en 1952, pero antes de las elecciones dio un golpe de Estado, abolió la Constitución y suspendió las libertades políticas con el apoyo de ricos y terratenientes; consolidó su poder mediante la instauración de un régimen de terror que mantuvo en la pobreza al pueblo cubano, hasta que un soñador acompañado de 20 aventureros decidió echarlo del poder. Tres años tardó Fidel Castro Ruz en echar a Batista e iniciar una nueva etapa con la misma restricción de las libertades, estatizando la economía y desafiando al mundo. Hay quienes aseguran que su dictadura fue mucho más férrea que la de Batista, pero también que logró paliar el hambre, incrementar la calidad de la educación, llevar a la medicina a niveles de primer mundo y deshacerse de sus amigos para evitar una traición. El mismo Ernesto Guevara tuvo que buscar una “salida honrosa” a causa de sus diferencias con Fidel. Pero hay que señalar que todo eso no hubiera sido posible sin la elocuencia verbal que lo caracterizaba y que lo llevó a ser señalado entre los mejores oradores de la historia de la humanidad. Su vehemente intervención ante el Consejo General de la ONU como presidente de los No Alineados fue histórica. Nadie pude negar la grandeza de sus ideales y el enorme tesón que lo llevó a desafiar al imperialismo yanqui y al mundo. Fidel tiene malquerientes y adeptos en todos los rincones de nuestra América Latina, y eso habla de su estatura entre los grandes conquistadores.  Como estadista quizá dejó mucho que desear, pero comunistas y capitalistas posaban sonriendo a su lado en las fotos del recuerdo. Pero hubo uno que hasta lo corrió: Vicente Fox Quesada.

Enrique Peña Nieto asiste a sus funerales porque si algo tuvo Fidel, fue el apoyo de los mexicanos. El Monumento a la Revolución lo hizo soñar con la grandeza de la historia, y él se encargó de hacerla realidad. Al tiempo.

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