Desunidos

 

Carecemos de Unidad Nacional, y eso equivale a un suicidio colectivo


Carecemos de Unidad Nacional, y eso equivale a un suicidio colectivo.

Ante ello, poco importa Trump o cualquier otro factor interno o externo. Nos encaminamos a un desplome, sólo evitable si encontramos un emulsificante que, como en el proceso de producción de la tinta, una agua y aceite y nos agregue color. No es un asunto nuevo, pero se ha agravado a extremos de riesgo. Hace mucho estamos enconados, las grietas se han ampliado. Deben encontrarse salidas.

La última gran coincidencia la representó la expropiación petrolera.

Conmueve ver las escenas del pueblo unido colaborando en la medida de sus posibilidades para juntar el monto de la indemnización a las compañías expulsadas.

Campesinos aportando una gallina criada en su patio, niños rompiendo su alcancía y señoras encopetadas entregando sus joyas en Bellas Artes, son un elenco irrepetible, sólo explicado por la certeza en la actuación del Presidente. Nadie atribuyó la medida a intereses del grupo gobernante, se asumió como un tema de dignidad y orgullo y se hizo propio.

López Mateos también concitó a la unidad cuando nacionalizó la industria eléctrica. Fue el último mandatario cercano al afecto popular. Su presencia en funciones de box y sus escapadas a Cuernavaca para correr a gusto en su deportivo le quitaron la condición de estatua y lo revistieron de simpatía y afecto. Nunca nadie intentó agredirlo u ofenderlo, y no se cerraban 20 cuadras a la redonda cuando asistía a estos eventos populares.

Queremos encontrar la unidad en las coincidencias, como si fuera equivalente a la unanimidad. No son lo mismo. Reyes Heroles, como siempre, lo supo ver.

“A veces las resistencias son más fáciles de sumar que los apoyos”. En esta dialéctica está la clave. Quien disiente no es un adversario. Sólo los desiguales pueden unirse. Ojalá se entienda.