El aprendiz

 

Quedan escasos días para que se estrene como el 45º presidente del imperio del norte y ocupe el Despacho Oval


Rememorando a Abraham Lincoln podemos recordar que como él dijo “se puede engañar a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

Esa misma frase la debería tener en cuenta el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, en relación a su gente.

Y es que, olvídese por un momento de las víctimas propiciatorias –como en este caso somos los mexicanos– y piense en su recorrido justo cuando quedan escasos días para que se estrene como el 45º presidente del imperio del norte y ocupe el Despacho Oval.

Ahora desde Nueva York, donde las torres desafían a los cielos como si fueran un asalto –distinto al que planteó Trotsky en la Revolución bolchevique– Trump ejecuta un verdadero asalto al poder.

Pero mientras llega a la presidencia ha ofendido a sus servicios de inteligencia, ha cuestionado al servicio secreto y además ha repetido una y otra vez que él no cree que Vladimir Putin sea tan malo.

Todo eso es una situación al menos singular, y es que no se trata de engañar porque el magnate engaña poco si se compara con su capacidad de ofender. Y en ese sentido, se puede ofender a algunos todo el tiempo y a todos algún tiempo, pero no se puede ofender a todos todo el tiempo y pretender salir bien librado.

¿Qué pasará a partir de aquí? Es difícil saberlo, pero hay pronósticos en todos los sentidos.

¿Conseguirá asentarse en el poder? Porque la democracia funcionó plenamente y la semana pasada el Congreso de Estados Unidos lo reconoció ya como presidente electo, es decir, se terminó todo el proceso y ahora sólo falta que coloque su mano sobre la Biblia y que al presidente del Tribunal Supremo le jure defender y proteger la Constitución.

En este momento todos los que nos sentimos amenazados por Trump, podemos y tenemos el legítimo derecho a esperar que aquellos que se sienten amenazados por él en su propio país, hagan lo que consideren conveniente para frenar lo que parece una cabalgada hacia el poder que hace mucho tiempo no se había visto.

Puesto que no se tienen recuerdos, por lo menos no con los padres fundadores, de una manera de empezar un mandato presidencial siendo tan yo, yo, yo, y pensando muy poco en la nación.

Además hay que recordar que Donald Trump nunca ha vivido en una casa que no sea propia, por lo tanto los conflictos entre lo público y lo privado estarán garantizados, donde además siempre ha estado en su propio patio.

Pero ahora ocupa el lugar principal en el patio que nos corresponde a todos, en una situación en la que desafía, ofende y molesta al conjunto de la macroestructura de Estados Unidos de América.