El cambio de paradigmas

Vladimir Galeana Publicado el
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No sé si los responsables de velar por nuestra cohesión social hayan abdicado de su responsabilidad, o simplemente el desinterés ha cundido porque en el corto plazo dejarán sus cargos y encargos y pasarán al catálogo de los desempleados. Y la causa es que se avecina un cambio trascendente que incluso pudiera significar un cambio de régimen y de los paradigmas que tradicionalmente han sido la columna vertebral de nuestro sistema de gobierno. Para decirlo mejor, nada será igual después del 1 de diciembre.

Pero también ese presunto cambio que se avecina no termina de entenderse porque ahora resulta que los corruptos del ayer son los nuevos poseedores de la limpieza gubernamental y la transparencia financiera, aunque en el pasado reciente hayan sido acusados por los excesos que les permitieron amasar una gran fortuna. Así de simple pudiera reseñarse ese gran cambio que el sistema político mexicano tiene enfrente, y que corre el peligro de resumirse en que todo cambie para seguir igual, pero con otros hombres y mujeres, otra mística y otras prácticas, aunque con las mismas finalidades y resultados.

El quítate tú para ponerme yo pudiera significarse como el gran fracaso de la estrategia de los grandes cambios anunciados. El triunfo de Andrés Manuel López Obrador seguirá estando vigente hasta que se comiencen a articular las promesas vertidas durante los últimos 18 años, y cuyos resultados los mexicanos esperan con ansias. Por lo pronto ya se dejaron de cumplir muchas de las premisas que hicieron atractivos los discursos en las plazas públicas y en los innumerables mitines.

La pobreza de diversas regiones del país no desaparecerá simplemente con un cambio de personas, o de instituciones, y nuestra lamentable realidad indica que lo que en verdad necesitamos son nuevos paradigmas que nos ayuden a resolver los retos acumulados y a generar una forma distinta de orientar la conciencia colectiva. México requiere con urgencia una nueva mística colectiva que entienda que el poder para lograr los
cambios esta ya no en la capacidad de pedir, sino de exigir una clara rendición de cuentas.

Hasta ahora muchos de los principales actores que acompañan al Presidente Electo Andrés Manuel López Obrador no cuentan con la confianza de los mexicanos, y varios de sus operadores tienen cuentas pendientes con la justicia porque existen expedientes abiertos que no han sido investigados por conveniencia política.

Ser miembro del Senado de la República no borra el pasado de la disposición de fondos de las pensiones maternas en Texcoco, aunque el destino inmediato sea convertirse en una Delegada General poderosa.

Ojalá no caigamos en la circunstancia del quítate tú para ponerme yo y que las cosas sigan igual o peor a causa de la ineficiencia, las malas prácticas, el amiguismo, la colusión y las complicidades. Un tren no borrara la pobreza de las etnias asentadas en la península de Yucatán. Quizá lo vean pasar con extraña curiosidad, pero eso no resuelve tantos años de abandono. Quisiera decir que el cambio va viento en popa, pero hasta ahora solamente es una larga lista de ocurrencias que ojalá se transformen en realidades. Al tiempo.

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