El cáncer que nos carcome

 

La corrupción ha sido uno de los mayores flagelos en la historia de este país


Sin lugar a dudas, la corrupción ha sido uno de los mayores flagelos en la historia de este país. México no podría explicarse sin esos procesos, ahora poco recomendables, que le dieron viabilidad a los acuerdos entre esos hombres y mujeres que participaron en lo que ahora conocemos y seguimos conociendo como pactos. Así logramos emerger como país, y así hemos vivido durante más de 200 años en una sucesión de conflictos a causa de la vocación más recurrente entre los hombres: la riqueza. Pero también hay que señalar que en la mayor parte de las veces la riqueza va acompañada por el poder.

Alguna vez, incluso, en un acto de verdadera necesidad, un presidente de la República empeñó su reloj para comprar alimento. Se llamaba José Joaquín Herrera. Pero quizás esos fueron otros tiempos y ahora los recordamos con nostalgia.

Porque hay que decir que los hechos que le dieron forma a este país están registrados en la memoria colectiva y siempre fueron encabezados con dignidad, pero sobre todo, con algo que distinguía a esos hombres: piedad por el adversario, y la lucha por esos ideales que le dieron forma a lo que hoy conocemos como México. Pero también existía algo que distinguía a los hombres de ese tiempo, es eso que ahora llamamos honor.

Después vendría esa etapa en la que México perdió mucho, la etapa de la Revolución Mexicana. Se perdieron los valores, se perdieron los principios, se perdió la piedad, se perdió el respeto por el de enfrente, pero sobre todo, se perdió el valor y el aprecio por la vida de los demás. Juzgamos sin recato ante la provocación y volvimos a fusilar sin piedad, guiados por delincuentes y algunos desadaptados.

Porque ahora ellos eran los destinados a los nuevos nichos de heroicidad. Y así seguimos degradándonos como país, y después vendrían los cañonazos de 50 mil pesos que nadie resistía como señalara Álvaro Obregón, y así sucesivamente hasta construir un régimen heredero de una Revolución de la que nos preciamos nos otorgó principios y una sociedad más igualitaria. Bueno, eso fue lo que nos dijeron en los libros de texto gratuitos, el mejor mecanismo de ideologización utilizada por el régimen de la Revolución Mexicana.

Claro está que esas son las razones con las que los hombres y las mujeres actuales ya no comulgan, porque ahora nos damos cuenta que pasamos de ser uno de los 10 países más ricos y avanzados del mundo, hasta llegar a límites de pobreza insospechados. Si bien es cierto que durante el Porfiriato la riqueza se concentró en pocas manos, también lo es que después del régimen de la revolución; esa riqueza se sigue concentrado en pocas manos y la pobreza en la mayor parte de los mexicanos. El problema es que la riqueza de muchos proceden de actos de corrupción que se generan entre los hombres y las mujeres que presuntamente trabajan para el Estado mexicano, para resguardar celosamente esa nueva distribución inequitativa del ingreso.

Así, la corrupción parece haber llegado para quedarse. Al menos de esa forma lo indican las mediciones que han realizado diversas organizaciones sociales y gubernamentales que luchan por erradicar el flagelo de la corrupción. Y pareciera que la lucha está perdida porque después de muchos años, el cinismo sigue presente pese a los mecanismos que logramos implantar, y cuya permanencia indica que hemos fracasado.

Antes de irse el procurador general de la República, Raúl Cervantes, señaló que existen más de dos mil expedientes de investigación por actos de corrupción en el que se involucra a igual número número de funcionarios. Y la pregunta que todos nos hacemos es: ¿por qué diablos no se ha castigado a nadie? Hasta ahora, no conocemos a un solo funcionario de alto nivel que, después de haber cometido tropelía y media a causa de sus actos de corrupción, haya sido encarcelado y menos a un encumbrado empresario. Siguen en plena libertad y gozando de sus riquezas.

Ese es quizás el problema más severo que enfrenta este caduco sistema político, y el cual tenemos que cambiar en el corto plazo para tener viabilidad como sociedad y como país. Así de simple, o seguiremos con los mismos niveles de corrupción. Mexico ya no aguanta más. Al tiempo.

[email protected]