El chantaje institucional

 

Estamos frente a la crisis de la campaña de Anaya


En política todo lo que te da el poder normalmente sirve. El problema es que muchas veces la ansiedad, vivir a golpe de encuesta, tener competencia que no estaba contemplada y adelantar la expectativa presidencial te puede llevar a cometer errores que no tienen solución.

El mismo Anaya que votó por el artículo transitorio que permite convertir al procurador en fiscal, es el mismo que ahora con competencia interna, con problemas externos y sin un programa claro, no sólo desprecia la presidencia del Senado a través de su más cualificado compañero Ernesto Cordero, sino que además dinamita la instalación de la Mesa Directiva en la Cámara de Diputados.

No veo la manera en la que se solucione la designación del candidato a fiscal, mucho menos ante estas circunstancias de desencuentro.

Pero más allá de la figura del actual procurador creo que lo que resulta importante es el juego de las instituciones.

Y es que, este país no puede pasarse la vida exigiendo instituciones y cuando llega el momento de construirlas simplemente sacrificarlas sólo por una encuesta, por una posición o por una lucha de partidos.

Este país no puede seguir creando leyes que no cumple, ni instituciones que matan al momento de nacer sólo porque fueron entregadas en manos equivocadas.

Pero de cualquier manera lo que es importante es que la institución nazca.

Sin embargo, ahora el problema de la posibilidad de tener un nuevo fiscal general no es tanto su perfil, sino las sospechas de que Peña Nieto lo propuso por tener algún pariente en Los Pinos o porque éste en algún momento fue su abogado.

Cuando llegue el siguiente presidente y tenga que nombrar al sustituto de quien será el fiscal general, si es que no se llega a cumplir el plazo de los nueve años, estaremos en una situación muy parecida. Salvo que sea un neonato al que se proponga o lo nombre el presidente de otro país, porque de lo contrario cualquier nombre despertará sospechas, rechazo y ataques.

Mientras tanto Ricardo Anaya debe asumir responsabilidades muy importantes, porque no está defendiendo ningún principio, ya que su caso es como aquella célebre escena de la película Una noche en la ópera cuando Graucho Marx le dice a un cliente: “Estos son mis principios. Si no le gustan tengo otros”.

Y es que, si no tuviera problemas internos en el PAN, si no tuviera las otras candidaturas y siguiera siendo el favorito de los que lo apoyaban desde el Gobierno Federal, los principios que tuvo cuando votó a favor del artículo transitorio sobre el fiscal seguirían sirviendo en este momento.

Estamos frente a la crisis de la campaña de Anaya y eso no puede atropellar a las instituciones

@antonio_navalon