El cumpleaños de Echeverría

 

Cumplió la semana pasada 95 años


El expresidente Luis Echeverría cumplió la semana pasada 95 años; lúcido, entero físicamente y dedicado a la lectura. Con ese pretexto, abrimos el baúl de la memoria: Recibí la orden: entrevista a Luis Echeverría; te espera en su casa de San Jerónimo.

Acompañado por el gran fotógrafo Aarón Sánchez, fuimos volando para dialogar con tan singular personaje. Nos esperaba para llevarnos con paciencia inaudita por los vericuetos de su enorme residencia colonial mexicana, por extensas salas del Centro de Estudios y por corredores con la exposición de los obsequios recibidos durante su sexenio.

Mientras Aarón tomaba unas fotos – cuidadoso hasta la exageración, medía luces, sombras, perspectivas, fondos y contrastes– mirábamos documentos, testimonios de tal o cual asunto decidido o heredado en su gobierno, platicábamos con los investigadores que clasificaban cuidadosamente periódicos, revistas, los copiaban y los trasladaban a grandes archivos perfectamente clasificados.

“Es la memoria del sexenio”, comentó el expresidente que desglosó contenidos, desmenuzó cada papel que nos fue mostrado. “Es su egoteca”, comentamos provocando su sonrisa.

En cierto momento buscó un libro que, dijo, tenía preparado para quien fuera a entrevistarlo. Se trataba de una obra de esas tan usuales en las librerías gringas (el título se me escapa en este momento) en las que vaticinan toda suerte de desgracias para el país. Y recordando la trama, con gran acierto.

El propio Echeverría hizo notar que lo que allí se narraba parecía más que obra de imaginación, un trabajo de investigación y de análisis de posibilidades. No soñábamos con el derribo de las Torres Gemelas, pero allí se presenta un atentado con una bomba nuclear en Nueva York, introducida en centenares de piezas por musulmanes que en muchos meses se acercaban a la Gran Manzana.

Como reportero, ese fue uno de los trabajos más gratos y, por qué no decirlo, formativo de mi vida profesional. Concluida la visita con la promesa de volvernos a ver (que se cumplió una sola ocasión), regresamos Aarón y yo al periódico.

Nos recibió el director, con la cajonera pregunta: ¿Y… cómo nos fue? “Extraordinariamente bien, señor, pero no escribiré nada”, respuesta que ameritó una aclaración: “me convenció y me documentó lo que debía documentar. Mi visión de Luis Echeverría, en adelante, será otra”.

El director aceptó que no fuese yo quien hiciera la entrevista pero antes de nombrar sustituto, se adelantó Luis Suárez, un español que incluso escribió un libro laudatorio que tituló “Echeverría rompe el silencio”.