El Diablo no come lumbre

 

Andrés Manuel López Obrador llegó temprano a la cita en el Club de Industriales para reunirse con los hombres de negocios más importantes del país


Andrés Manuel López Obrador llegó temprano a la cita en el Club de Industriales para reunirse con los hombres de negocios más importantes del país, y a los que le durante mucho tiempo se ha dedicado a denostar refiriéndose a ellos como rapaces por el simple hecho de saber hacer negocios. Desconozco de dónde le salieron las ganas de que los empresarios de este país dejaran de cumplir con su misión de generar riqueza y se convirtieron en uno de los principales blancos de sus dicterios.

La particularidad que ha tenido López Obrador con el empresariado es que durante su mandato escogió al hombre más rico del mundo para asegurar el cumplimiento de los acuerdos contractuales, pero sobre todo, para mantener una buena referencia de su forma de hacer gobierno. Pero dejando de lado negocios pasados, esta vez fue recibido por Alejandro Ramírez, presidente del Consejo Mexicano de Negocios; Eduardo Tricio Haro, presidente del Grupo Lala y accionista de Aeroméxico y Citibanamex.

Estuvieron en el encuentro 35 de los 40 integrantes del organismo empresarial, y como se dice en el argot popular “ninguno come lumbre”, porque tanto uno como los demás se necesitan mutuamente para reordenar los procesos de la economía en el caso de que el tabasqueño gane la Presidencia de la República. Es la primera vez que acude a este tipo de escenarios, y no le fue mal porque una cosa es el discurso político y otra la necesidad de lograr entendimiento con quienes tienen la especialidad de generar riqueza.

Esa “minoría rapaz” dejo de ser, momentáneamente, el blanco de sus dicterios, pero no por ello deja de despertar temor entre los hombres de negocios ante la posibilidad de ver afectadas sus inversiones porque así lo ha manifestado el propio Andrés Manuel en sus alocuciones públicas. Pero no por un encuentro cordial dejarán de sentir temor por lo que les ha costado años de esfuerzo y dedicación construir, y quien los ha tildado de todo es quien hasta ahora va adelante en las preferencias de los mexicanos.

Pudo ser cordial, el encuentro, pero el comportamiento pasado del candidato presidencial sigue despertando temor, sobre todo por esa cercanía –que aunque niegue– mantiene con los regímenes autoritarios del Cono Sur del Continente. También sus más cercanos colaboradores se han encargado de que todo el país así lo entienda, pero la promesa de becar a tres millones de jóvenes para que sean aprendices de quién sabe qué, porque nunca lo ha dicho, despierta el temor de que formen parte de ese ejército que necesita para imponer sus determinaciones a los otros poderes de la Unión.

Asegurar que se limaron las asperezas durante el diálogo con los integrantes del Consejo Mexicano de Negocios es parte del discurso de reconciliación que utilizará en lo que resta de la campaña. Efectivamente no hubo confrontación, pero lo extraño es que señaló que está buscando construir una democracia y que no apuesta por una “dictadura”, término que hasta ahora nunca había utilizado, lo que despertó dudas en quienes acudieron a la reunión porque hasta ahora la democracia mexicana es la que lo tiene en el lugar que ocupa. Lo previsible es que destierre por el momento la referencia de “minoría rapaz” en sus disertaciones públicas. Al tiempo.