El estilo personal…

 

El asunto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México va más allá de una simple consulta popular o de la decisión de continuar una obra cuya cancelación provocaría más daños económicos que los que causaría su terminación. Como alguna vez definió don Daniel Cosío Villegas a Luis Echeverría, se trata del estilo personal […]


El asunto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México va más allá de una simple consulta popular o de la decisión de continuar una obra cuya cancelación provocaría más daños económicos que los que causaría su terminación.

Como alguna vez definió don Daniel Cosío Villegas a Luis Echeverría, se trata del estilo personal de gobernar, si consideramos que la consulta no tiene resultados vinculantes o sea que no se puede aceptar como artículo legal. Quizá de fe, que a eso se atiene el autor de la idea, Andrés Manuel López Obrador.

La forma en que han manejado el tema, desde las condenas a quienes desde los medios apoya la construcción de la terminal aérea en Texcoco, hasta la descalificación a reconocidos técnicos especialistas en temas aeronáuticos.

Y la evidente trampa en la insistente publicación de la disyuntiva: ¿quieres aeropuerto, o quieres lago? Pero nadie aclara que no hay lago allí donde se levanta el complejo y que tampoco existen las aves migratorias que también se aducen como pretexto para apoyar la idea de la terminal en Santa Lucía.

El colmo, cuando un señor Rioboó aparece en las pantallas de televisión exponiendo sus razones para la construcción en las actuales pistas militares. Ante la explicación del riesgo de incidentes entre aeroplanos cuando dos terminales se encuentran en forma tan cercana y sólo hay de hecho una vía para salir del vaso en que está la capital, el señor que será el concesionario de la construcción, afirma con rostro impasible que los aviones no chocan “porque se repelen”.

Desde luego Rioboó no sabe de qué habla pero sí sabe de concesiones y negociaciones: sin licitación por medio, fue el constructor de los opacos segundos pisos que por lo menos son gratuitos, como manda la ley. Pero de los que nunca supimos ni sabremos el costo real de su construcción.

La tramposa consulta de la que se anunció cooperación por parte de los legisladores morenitos, negada en principio y luego anunciada por los firmes líderes del partido en el congreso evidencia cuál será el método de gobierno que aplicará don Peje, que se mantiene en permanente campaña electoral.

Con un Congreso obsecuente, saltando la ley como ha sido desde su proclama de “¡al diablo con las instituciones!” y con un INE marginado, inconsulto y sin posibilidad de participación en un acto de voluntad personal y no de respeto a la opinión pública.

Para acabar: un especialista aeronáutico en cada mexicano, es la visión pejiana.

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