El fiscal

 

Todo parece indicar que esta semana se dará el nombramiento de quien deba ocupar la titularidad de la Fiscalía Anticorrupción


Todo parece indicar que esta semana se dará el nombramiento de quien deba ocupar la titularidad de la Fiscalía Anticorrupción. Cuál será el nivel de nuestra incapacidad para abatir ese flagelo que nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales, que ahora tenemos que dedicar una fiscalía especializada para combatir ese mal fario que nos acompaña desde nuestro nacimiento como nación independiente. Muchas cosas se podrán decir en torno a la lucha por la pulcritud en el ejercicio público, pero lo cierto es que en todos los intentos que hemos realizado lo único que alcanzamos plenamente ha sido el fracaso.

Por eso la importancia del nombramiento de quien deba encabezar ese combate histórico que estamos obligados a sostener. Muchos son los nombres que se han colocado en el debate público, incluso algunos con un alto grado de prestigio y experiencia probada, pero al parecer también se ha venido analizando la posibilidad de que recaiga en un personaje cercano a las élites del poder, lo que daría un pésimo mensaje a los mexicanos que todos los días confirmamos el por qué nunca han estado los mejores.

Para decirlo en pocas palabras, la mayor parte de los proyectos que se ensayan en este país, y por los que los mexicanos pagamos cantidades exhorbitantes de dinero, no alcanzan el éxito deseado porque se operan con los amigos del poder, y en la mayor parte de las veces no cuentan con la capacidad o la experiencia para alcanzar el éxito. Así, el dinero termina en los bolsillos de quienes abrazan la carrera publica buscando el enriquecimiento personal.

Hace algunas semanas escribía yo acerca de la idoneidad del hasta ahora presidente del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa para encabezar esa lucha contra el monstruo de las mil cabezas en que se nos convirtió la corrupción. Manuel Hallivis Pelayo ha realizado un excelente y austero trabajo al frente de uno de los tribunales donde hasta ahora se mantiene la lucha contra la corrupción, y bien podría convertirse en uno de los probables candidatos para ocupar el delicado encargo.

El magistrado Hallivis Pelayo cuenta con el apoyo de 38 agrupaciones académicas, empresariales y ciudadanas que lo respaldan, y en días pasados recibió dos distinciones más. Uno de ellas fue otorgada por la Asamblea General de la Asociación de Agentes Profesionales de Aduanas de las Américas, y otra por el Colegio Mexicano de Abogados que le entregó la Medalla Pedro Ojeda Paullada reconociéndolo como uno de los grandes juristas mexicanos.

Si se quiere alcanzar el éxito en esta empresa que tanta frustración deja entre los mexicanos, el presidente Enrique Peña Nieto tendrá que hacer un examen a conciencia de los probables candidatos. Esto ya no puede ser una decisión de amigos o una cuota de partido porque va en ello el desencanto de los mexicanos todos por alcanzar la pulcritud y la limpieza de las estructuras gubernativas. Ceder o conceder el cargo a quienes han manifestado apetitos partidistas solamente contribuirá a la desesperanza ciudadana, y eso puede provocar un desencanto social más. Como dicen por ahí, “el horno no está para bollos”. Al tiempo.