El horror cotidiano

 

El Senado aprobó la donación automática de órganos en mayores de 18 años fallecidos en un centro hospitalario


Despertamos con la nueva que el Senado aprobó la donación automática de órganos en mayores de 18 años fallecidos en un centro hospitalario.

Para que no mutilen los restos mortales, deberá haber una manifestación expresa –en vida, claro– rechazando la donación “voluntaria”.

El asunto tiene muchas vertientes, la principal de ellas de calidad humana, de sentimiento solidario con sus semejantes… sí, en otro país con otro régimen y sin el gobierno partidista que nos está afligiendo y quitando de las manos lo que queda de nación, patria y orgullo nacional.

No hay exageración cuando se manifiestan asegunes sobre la decisión de los sujetos que se enriquecen a ojos vista con dinero de los contribuyentes.

Como si no hubiese hoy asuntos de mayor trascendencia.

Por señalar uno: el marco jurídico bajo el que deberán actuar las Fuerzas Armadas que, sin duda y por la corrupción e incapacidad de los policías de todos los niveles, tendrán que seguir metiendo la mano, la pata y lo necesario en la inacabada pretensión de darle tranquilidad a los mexicanos.

Grave y sospechosa la decisión de los dizque legisladores, cuando se denuncian un día sí y el siguiente también, transas y negocios de los hospitales oficiales y privados. Niños con cáncer inyectados con agua destilada, medicamentos falsos –placebos—comprados a precio comercial y los comisionistas que pululan en torno a las instituciones de salud.

Conocido el tráfico ilegal de órganos, se ha llegado al colmo de asegurar que los niños son secuestrados para extraerles órganos en beneficio de ricachones que no aceptan esperar un repuesto para su salud.

En este tráfico, dejando como cuento lo anterior, se sabe que quien tiene más saliva come más pinole. Esto es, en el comercio de órganos humanos quien paga el precio recibe lo que necesita.

¡Pobres, absténganse!

Los infames que aprobaron esta ley sin averiguar, han desatado ambiciones y deshonestidades de un gremio, el médico, que era considerado un oficio en santidad y que hoy, lo vemos en forma cotidiana, no significa más de lo que aporta económicamente el enfermo.

En México conocemos los caminos, pero para ser justos, éste es un mal universal. Véanse los fabricantes de medicamentos que colocan en el mercado los que significan utilidad y retiran los que no son financieramente redituables, aún si representan la salud para un determinado núcleo de población.