El imperio de los sordos

 

¿Ahora qué debemos escuchar?


Ocho días, han pasado ocho días desde que en el Foro Sol y después en el Zócalo, Roger Waters quiso romper los muros de la incomunicación entre los mexicanos y su Presidente. Y es que, sencillamente alzó la voz y dijo: “señor Presidente escuche a su gente”.

En ese sentido, ¿acaso ahora somos más liberales y por eso no necesitamos aplicarle el artículo 33 constitucional a un extranjero que se pronunció sobre temas que corresponden a la vida política interna de nuestro país? ¿O será que es tanto el clamor que existe en el mundo en relación a lo que pasa en México que es complicado taparle la boca a un artista que además es especialista en derribar muros?

Han pasado ocho días, y aún no tengo ninguna constancia de que el Presidente de la República haya escuchado algo, aunque sea las canciones. Pero lo que sí sé es que desde pequeños nos enseñan la conveniencia de saber escuchar.

¿Ahora qué debemos escuchar? Porque nos dicen que “lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho”. Y eso es cierto, aunque lo malo sólo se insinúa y además parece pesarle tanto al Gobierno Federal y a los demás, que genera un contexto en el que nos tenemos que preocupar por cosas como el precio de la tortillas o el hecho de que nuestro país gasta más en pagar su deuda que en atender sus necesidades sociales.

Tenemos que escuchar, siempre es necesario hacerlo, sin embargo, es una tendencia natural del poder volverse sordo, ciego, pero no mudo, ya que si por lo menos fuéramos mudos no tendríamos que aguantar tantos discursos vacíos, ni  tanta tontería en consecuencia.

Sin embargo, me gusta oír y me gusta pensar que México sigue siendo el objeto de la atención internacional, aunque desafortunadamente en los tiempos recientes no ha sido para cosas positivas. Aunque también me gusta creer que detrás de las puertas de los palacios de gobierno y de Los Pinos hay alguien que siempre nos escucha.

Ya es viernes, y los cerdos siguen sueltos, las necesidades siguen pendientes, las esperanzas están flotando, y yo me pregunto: ¿alguien escucha a alguien? ¿Hay alguien ahí?

Porque algo que considero realmente importante es que para que no nos pase lo mismo que a nuestros gobernantes debemos oírnos entre nosotros y además saber contestarle como se merece a todo aquel que se niega a escucharnos.