El Aprendiz

 

Como dirían por ahí: construyamos nuestras torres controlando los impulsos


Hace años, científicos de Iowa utilizaron un escáner para poner “forma” a las manifestaciones físicas del enojo. Plasmaron cómo, al desatarse la ira, se activaban dos zonas cerebrales: la del control de las emociones y la de la toma de decisiones racionales que, al final, impiden que nos dejemos llevar por los impulsos. Manipular ambas, guiarlas, puede sonar maquiavélico pero es método científico puro. Así surgió esta fórmula de éxito: dominio de los temas + dotes histriónicas + marketing. Y esa también es la premisa del hombre que, provocando ira, ha aquilatado millones de impactos publicitarios gratis. Son las recomendaciones de sus asesores para quienes un signo de debilidad es indicador de muerte empresarial.

Están contenidas en sus cinco libros, manual de procedimientos para la que sería la empresa más grande su vida: guiar a Estados Unidos como América S.A. con el salón oval de W.H. como oficina central. “Tirando directo al centro”; “planeando el ataque”, son algunas de las muchas expresiones que, encadenadas, según expertos, explican que: hacer que la mente débil gire en el sentido que la brillante dicte es el objetivo. ¿No es indignante darse cuenta que otra vez caímos en el juego? Desde hace un año, cada penny en publicidad por agresiones e insultos xenófobos ha sido financiado por nuestro enojo. Pero como el león no es komo lo pintan ¿Qué pasaría si omitimos su nombre, su cara y su “malévola” intención? Justo.

Como dirían por ahí: no pelamos; que los perros ladren; que al borracho se le pase. Construyamos nuestras torres controlando los impulsos. Manipulemos nuestros hemisferios y hagamos de Maquiavelo un aliado porque, invitado o no, al reaccionar con el estómago bailamos a su son. Seamos el maestro no su aprendiz.

@MarioALeo