“El Lettergate de Viganò”

 

En su carta de renuncia, dirigida al papa Francisco, monseñor Viganó indica que “por el amor a la Iglesia y a usted, Santo Padre, le pido que acepte mi deseo de apartarme, permaneciendo, si usted lo desea, disponible para colaborar en otras modalidades”


El artífice de la idea de arrancarle al papa Benedicto XVI una expresión de complacencia hacia la teología del papa Francisco, habría calculado que su “estrategia” de comunicación sería un obsequio para su jefe inmediato, el Papa, pero se derivó en lo contrario, en una pena, en una crisis en medios protagonizada por la propia Secretaría para las Comunicaciones de la Santa Sede, en la evidencia del deseo de manipular al papa Benedicto y en la renuncia del prefecto de las Comunicaciones, monseñor Dario Edoardo Viganó.

En su carta de renuncia, dirigida al papa Francisco, monseñor Viganó indica que “por el amor a la Iglesia y a usted, Santo Padre, le pido que acepte mi deseo de apartarme, permaneciendo, si usted lo desea, disponible para colaborar en otras modalidades”, renuncia a la que Francisco, por su parte, responde: “respeto su decisión y acojo, no sin cierto pesar, su dimisión como prefecto”, pero le pide “que permanezca en el Dicasterio, para lo cual le nombro Asesor del Dicasterio de la Comunicación para poder dar su contribución humana y profesional al nuevo prefecto”.

Si la iniciativa fue exclusiva de monseñor Viganó es bueno aceptar la renuncia de un colaborador imprudente, pero mantenerlo como “asesor” hace pensar que la imprudencia no provino solamente de él.

Una coincidencia que le añade pena a este fallido intento de obtener un elogio del papa Benedicto hacia el pontificado de Francisco, es que durante la celebración de la 51ª Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, de fecha 24 de enero, titulada “Comunicar esperanza y confianza en nuestros tiempos” el papa Francisco expresó que “las ‘fake news’ se convierten a menudo en virales” y que “una distorsión de la verdad aparentemente leve puede tener efectos peligrosos” tal y como ha sucedido al interior del Dicasterio para la Comunicación.

Benedicto XVI había respondido mediante carta fechada el 7 de febrero a monseñor Viganò agradeciendo el envío de once pequeños libritos, que pretendían ser una apología de la teología de Francisco, en la que informaba: “no tengo intención de escribirles un pasaje teológico breve y denso porque, a lo largo de mi vida, siempre he tenido claro que escribiría y me expresaría sólo sobre libros que haya leído”, palabras que evidenciaban el desinterés del papa Benedicto por el contenido de los libritos. La carta se hizo pública por el Dicasterio de las Comunicaciones, aunque intencionalmente omitió un reclamo del papa Benedicto, texto que tuvo que hacer público monseñor Viganó antes de presentar la renuncia a su ministerio: “Sólo al margen quisiera anotar mi sorpresa por el hecho que entre los autores figura también el profesor Hünermann, que durante mi pontificado salió a la luz por haber encabezado iniciativas anti-papales. Él participó en forma relevante en el lanzamiento de la Declaración de Colonia, que en relación a la encíclica Veritatis splendor atacó en forma virulenta la autoridad magisterial del Papa”.

Desdichado oscurecimiento de la verdad y parcial retención de información que desafió a la confianza, pero como de lo malo hay mucho bueno por sacar, de este raspón a la verdad, al que ya se le bautizó como Lettergate, sale a luz que, como es su costumbre, BXVI ha sido honesto expresándose con cristalina claridad, y no por iniciativa propia, sino en respuesta a quienes vieron oportuno utilizarlo en beneficio propio.