El otoño de las FARC

 

Una vez más el presidente Santos y el jefe de la guerrilla Rodrigo Londoño firmaron un nuevo acuerdo de paz


Cuatro años de conversaciones en La Habana; 52 años de guerra; ocho millones de víctimas; 220 mil muertos y otros 45 mil entre desaparecidos, desplazados, secuestrados, violados…, ese es el saldo que ha dejado el conflicto armado entre el gobierno de Colombia y las FARC.

Durante agosto pasado se anunció frenéticamente el acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla, en septiembre llegaría la firma definitiva, sin embargo, para refrendar lo pactado era necesario un plebiscito prometido por el presidente Juan Manuel Santos para legitimar ante la nación las negociaciones y los acuerdos. La mayoría de los colombianos dijeron “no” al acuerdo de paz.

Medio siglo de dolor dañó a una sociedad que no quiso perdonar, ni olvidar, aunque ese plebiscito no les exigía ninguna de estas cosas, simplemente se pedía validar un acuerdo de paz que ha dejado millones de víctimas en ambos bandos.

Lo negociado durante meses volvió a estancarse en la incertidumbre política. Una vez más el presidente Santos y el jefe de la guerrilla Rodrigo Londoño firmaron un nuevo acuerdo de paz que promete ser definitivo para anteponer ésta a los “intereses políticos”.

Y es que esta guerra ha marcado a toda una generación, pero se espera que tanta sangre, saña y terror terminen, o por lo menos termine la generada entre el Gobierno y la guerrilla más antigua de Latinoamérica, porque el espíritu que permea en las nuevas generaciones de colombianos es uno en el que sueñan con vivir “en un país donde quepan todos, donde no se justifique cargar un arma para decir lo que se piensa”.

O bien, como lo afirmó el jefe de las FARC ayer durante su participación: “Que la palabra sea la única arma de los colombianos”. Que así sea.