El pantano

 

Si bien hasta aquí nadie le ha podido comprobar a José Antonio Meade ningún crimen y ningún acto de corrupción, él debería ser muy cuidadoso con su propio pasado y evitar que alguien haga las preguntas elementales que surgen ahora que está en esa posición


Y Meade tomó los expedientes y pidió que la PGR investigue a Anaya; pidió que todo sea igual para todos y que no se olvide el caso Odebrecht; pidió que las leyes sean cumplidas con seriedad, y pidió que López Obrador explique por qué es un fantasma fiscal.

Pero lo que no pidió y alguien sí se lo va a pedir, es la lista de secretarías que él encabezaba mientras eso sucedía. Y es que el candidato Meade no nació ayer, ni el día que fue nombrado por el PRI como candidato ciudadano a la Presidencia de la República.

Meade ya había nacido, ya estaba vivo.

Meade es Meade, y ha sido cinco veces secretario de Estado, una más que Plutarco Elías Calles. Meade es Meade, la gran esperanza blanca, porque lleva muchos años sirviendo al Estado mexicano con gran nivel, con gran autoridad y hasta donde sabemos, con gran limpieza.

Por eso cuando decide construir su plataforma no debe olvidar que todo por lo que ahora es el candidato, es todo por lo que se le puede cuestionar. Para empezar, se le podría preguntar en su calidad de exsecretario de Hacienda, ¿por qué AMLO es un fantasma fiscal?

¿Tal vez porque los deseos redentores y ecuménicos del líder de las encuestas lo alejan de la obligación fiscal? ¿O tal vez porque políticamente se eligió el momento en el que la pregunta pudiera ser hecha?

Es grave, pero en política se pueden cometer crímenes, pero no se deben cometer errores, o eso es al menos lo que Talleyrand le decía a Napoleón Bonaparte.

Y aquí hay muchas preguntas en el aire, cualquiera las puede hacer. Y sin ánimo de participar en una campaña de desprestigio, me atrevo a preguntar: ¿por qué tardó tanto tiempo en darse cuenta de eso? Y si en algún momento se percató y pidió una investigación o le preguntó al SAT por la identidad fiscal del llamado López Obrador, ¿dónde está el resultado? ¿Dónde estaba usted cuando todo eso pasaba?

Construir una nueva esperanza para el país exige muchas cosas, pero sobre todo un terreno firme. Y si bien hasta aquí nadie le ha podido comprobar a José Antonio Meade ningún crimen y ningún acto de corrupción, él debería ser muy cuidadoso con su propio pasado y evitar que alguien haga las preguntas elementales que surgen ahora que está en esa posición.

Al final, la campaña no hace que sus crímenes puedan ser perdonados y tampoco exime a la administración de las responsabilidades no cumplidas.

Comprendo la intención de querer aprovechar el momento difícil por el que atraviesa Anaya, comprendo que en política y en la campaña presidencial a él le toca seguir ciertas reglas; pero lo único que espero del candidato ciudadano y de sus asesores es que sepan que el pasado nos alcanza a todos y que hay determinados momentos y jugadas que sólo pueden acabar mal.