“El Papa hacia Fátima”

 

El papa Francisco estará en el santuario erigido en Cova de Iría


A 100 años de las apariciones de la bienaventurada Virgen María en Fátima, Portugal, el papa Francisco estará en el santuario erigido en Cova de Iría, el lugar de las apariciones que se sucedieron durante los meses de mayo a septiembre de 1917, el día 13 de cada mes, excepto en agosto, el día 19.

Éste, que será el decimonoveno viaje apostólico de Francisco, lleva por lema “Con María, peregrino en la esperanza y en la paz”, y será una peregrinación del Papa en la que también canonizará a dos de los niños videntes, los hermanos Francisco y Jacinta Marto, que murieron a corta edad y que fueron beatificados por el papa santo Juan Pablo II el 13 de mayo del año 2000.

En entrevista con el padre Gian Matteo Roggio, profesor en la facultad de teología en la Pontificia Universidad Marianum, de Roma, acerca del místico sitio de las apariciones, asegura que “lo específico del santuario de Fátima es recordar la dimensión popular. Lo que impacta en Fátima es que todo es grande, hay espacios muy grandes porque son espacios construidos no para acoger individuos movidos por un consumismo espiritual, como si dijeran: —Me gusta este sitio, voy a verlo, puede haber algo para mí.

Al contrario, esos espacios son grandes porque deben acoger a una comunidad de personas que es consciente de quiénes son, de a dónde quieren ir y de lo que tienen que hacer.

Sobre el significado de la canonización de los niños, el padre Roggio explica que “es una gran recuperación del valor de la infancia. El papa Francisco habla mucho de la infancia, y en nuestro mundo hay una infancia violada, que encontramos a las puertas de nuestra casa, como el caso de los refugiados. Y, en el mundo, hay también mucha infancia abandonada, también en nuestro mundo occidental, satisfecho y rico, porque es una infancia privada de modelos de referencia, de ideales de vida, privada de un auténtico camino de educación.

El papa Francisco, al canonizar a los hermanos Francisco y Jacinta, nos recuerda el valor y la belleza de la infancia y nos recuerda también que la infancia no es una etapa de la vida con la que Dios no suele tener más que relaciones esporádicas, sino al contrario, Dios tiene con la infancia relaciones permanentes

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