El periodismo que viene

Si nos atenemos a la historia, veremos que desde siempre los mandatarios intentaron poner a los medios a su servicio
Carlos Ferreyra Carrasco Publicado el
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No me parece que ocurra nada nuevo con los anuncios de la centralización informativa en oficinas del ya inminente presidente Andrés Manuel López Obrador.

Si nos atenemos a la historia, veremos que desde siempre los mandatarios intentaron poner a los medios a su servicio. Empezaron, recordemos, cuando Lázaro Cárdenas creó la oficina de propaganda oficial.

Hubo de métodos a métodos. El clásico y superado hace mucho poniendo la empresa en manos de enriquecidos neoperiodistas, la Productora e Importadora de Papel (PIPSA), que con créditos y la suspensión de entregas de papel para los diarios, sometía a todos los medios impresos.

También se usaba a Hacienda y al IMSS condonando pagos y olvidando impuestos no liquidados.

Cuando Díaz Ordaz era el mandatario en turno, don Francisco Galindo Ochoa era su pistolero periodístico, tarea que siguió cumpliendo fuera del circuito oficial.

Se reunía con columnistas especialmente, les dictaba sus textos o les daba la pauta para elevar o derrumbar a tal o cual hombre público.

Célebre como jefe de Prensa de la Presidencia, Manuel Alonso terminó apropiándose del diario Unomásuno que Miguel de la Madrid expropió –caso igual al de Excélsior, pero sin tanto barullo.

Su antecesor, José López Portillo, probó con varios voceros que nunca le rindieron buenas cuentas, por lo que tuvo que mirar atrás y concluir su periodo con don Pancho Galindo, cuya mejor actuación fue cuando ante un comentario de Luis Echeverría, nada grato para el gobierno, publicó aquella página completa con la frase: ¿Tú también, Luis?

La expresión parodiaba la de César cuando es apuñalado por Bruto.

Por cierto el manejador de la prensa en tiempos de Echeverría fue Fausto Zapata, quien modernizó los sistemas, estableció líneas de comunicación permanente con los diarios extranjeros y contrató como auxiliar a Alonso.

Hubo otros, mediocres la mayoría y algunos listos como Carlos Salomón, cuya única misión en la vida era la de enriquecerse, lo que logró ampliamente. Se inició en la vida pública como secretario de Elba Esther, que lo colocó en una delegación de la que salió con una cómoda situación económica, pero su mayor gloria la encontró en la Lotería Nacional.

Se retiró a tiempo, tal como hizo Héctor Morales, quien fuera jefe de Prensa de Zedillo en Educación y al asumir la Presidencia, lo nombró en Melate. También se fue a disfrutar de sus bien ganados ahorros.

Morales formaba parte del Chilorio Power, un grupo sinaloense de jefes de Prensa, pero esa es otra historia…

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