EL PRI

 

El problema tricolor no es de urnas, es de gobierno


Los partidos están perdidos en su laberinto. Muchas son las razones; desde la corrupción, cuyos efectos en una ciudadanía iracunda son devastadores, hasta los arreglos inauditos de sus bancadas para resolver con criterios de cuoteo, atentos únicamente a sus intereses, temas torales para la sociedad.

El caso del PRI es emblemático, carece de áreas eficientes de acción electoral y de estrategia política capaces de leer e interpretar de fondo las cifras comiciales. Es fácil acreditar esto. Por ejemplo, de 68 mil secciones electorales, célula básica olvidada por los analistas, 21 mil están en zonas de pobreza extrema, de las cuales el PRI ganó 11 mil, más del 50 por ciento. En contraste, 2 mil 100 son de muy altos ingresos, y el PRI ganó sólo 138, mientras el PAN lo hizo en mil 600. La paradoja es que gobierna para estas últimas y da la espalda a las primeras, donde está su gran potencial.

Los resultados generales de ese proceso muestran que de 68 mil casillas, el PRI ganó 31 mil, el PAN 17 mil, el PRD 7 mil, Morena 4 mil 700 y el Verde 2 mil 500. El problema tricolor no es de urnas, es de gobierno. Dan la espalda desde los poderes Ejecutivo y Legislativo a esos núcleos de población, de los que no vuelven a ocuparse. A ver si en 2018 no son ellos quienes se alejen del PRI.

El caso de la ciudad de México es peculiar. Las zonas clientelares del PRD son 35 por ciento de las secciones, y el PRI se las disputa sin éxito, descuidando a 65 por ciento no clientelar, harto del gobierno perredista y cada vez más afín a Morena.

Esto es consecuencia de otro tema: los opositores al PRI le imponen la agenda. Compró el tema indefendible de Duarte, en lugar de atender demandas reales de sus votantes. Seguiré este análisis, el espacio manda.