En guerra

¿Cuántas cosas más nos tienen que pasar para dejar de jugar al apaciguamiento?
Antonio Navalón Publicado el
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Hay un personaje que es de los más patéticos de la historia del siglo XX, su nombre, Neville Chamberlain, su cargo, primer ministro de Reino Unido durante los terribles años en los que Adolfo Hitler convirtió en realidad todas y cada una de las amenazas que había proferido.

El peor momento de Chamberlain fue cuando regresó de Múnich en septiembre de 1938, asegurando que tras entregarle al führer el territorio del sureste en Checoslovaquia, la paz estaría asegurada mediante una política de apaciguamiento.

Sin embargo, meses más tarde Alemania invadió Polonia y así empezó la Segunda Guerra Mundial.

La guerra siempre es un problema de dos y de nada sirve si uno se niega a enterarse. Cuando te declaran la guerra tienes dos caminos: aceptarla o esperar a que al enemigo se le pase la mala sangre contra ti.

No enterarse de los actos de guerra en contra de uno es el mejor combustible para el enemigo, porque mide la debilidad.

El camino de la racionalidad política que conocimos ya no existe, estamos en un tiempo nuevo y ahora hay alguien que juega desde un Twitter y busca ser el más fuerte. Estamos en guerra y seguramente será como todas, porque cuando acabe habrá tenidos sus víctimas y la historia dirá ¡qué barbaridad! ¿quién la provocó?

Pero cuando uno es la víctima –como nos sucede a los mexicanos– conviene mirar hacia arriba y pedirle a los responsables que se enteren y asuman que estamos en guerra.

No sé qué espera nuestro Presidente para tomarle la palabra al titular de Morena, López Obrador, porque él dijo que “en caso de que hubiese una amenaza para los intereses de México y los mexicanos, él sería capaz incluso de ponerse del lado del presidente Peña Nieto”, y ahora la amenaza llegó.

No sé qué espera el Presidente de la República para convocar a todos y cada uno de los dirigentes de los partidos, al presidente de los diputados, al presidente de los senadores y a los gobernadores. Porque al final del día todos somos San Luis Potosí y los miles de empleos que ya no serán posibles.

Después de eso ¿qué pasará? Y si el 20 de enero llega Donald Trump en su dragón de Twitter y congela las remesas ¿qué haremos, llorar, rezar o qué haremos?

No queremos la guerra, nunca la quisimos, pero alguien si la quiere y de momento ya estamos en una guerra comercial, pero ¿dónde acabará esto?

Porque empezó con Ford, después siguió con General Motors y congeló a Carrier Corp. Pero ¿cuántas cosas más nos tienen que pasar para dejar de jugar al apaciguamiento?

Y es que, nunca se apaciguará porque de todas las barbaridades que Trump ha prometido la más barata y la más sencilla ha sido atacarnos.

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