En la mítica Neza, el Spartacu’s

 

“El Spartacu’s Club, antro lésbico gay donde la calidad del espectáculo alterna con la comodidad”


Las Maravillas es una colonia del municipio mexiquense de Nezahualcóyotl. Su mercado es frecuentado por amas de casa, clientela de colonias vecinas; tiene un aire de provincia, imanta confianza la amable atención de locatarios a la clientela; el mercado sobre ruedas o tianguis de los jueves, con sus techumbres de lonas multicolores da vida a una colonia de por sí rumbosa y rumbera, cumbiambera por muchos años gracias a su tíbiri tábara: baile popular en los alrededores del kiosko y del Cine Maravillas, donde los vecinos se daban cita para bailar con sonideros como La Changa, El Rolas, Fascinación, entre otros, para que le atizaran al dance.

Cercana, la iglesia dedicada al Señor de las Maravillas, donde el campanero se columpia y tañe sus campanas llamando a los feligreses a misa varias veces al día. Mercado e iglesia son vecinos del Spartacu’s Club, centro nocturno donde “los clientes tienen todo: espectáculo, ligue, personal atractivo, zona para caminar y platicar, nuevas amistades, terraza romántica, cuarto obscuro, gogos, stripers, show trasvesti y muchos tacos de ojo”.

El Spartacu’s Club se erige en la esquina poniente/norte que forman las avenidas Pirules y Cuauhtémoc, a escasas cuadras del Periférico Oriente de la ciudad de México.

—Oficialmente, abrimos el negocio el último viernes de noviembre de 1984, es decir, el día veintinueve. Tenía sillones tipo puf color negro. También una barra semicircular y plantas ornamentales en algunos rincones. Las mesas no eran prácticas; después las cambié por unas sillas rojas y mesas con manteles – confía Elías Jorge Cruz, dueño del lugar, a la periodista Lilia Zavalza, quien se propuso realizar un reportaje acerca de tan popular centro, cuya fama trasciende el ámbito local e incluso el nacional, por la calidad de sus eventos y la atención que brinda a su clientela, tanto homosexual como heterosexual, en un sano ambiente de respeto a la diversidad.

Para el municipio mítico que fue Neza, porque fue asiento proletario de la gente de provincia que llegó en busca de mejores oportunidades, un antro ídem: Spartacu’s Club, mítico centro nocturno donde la convivencia, el espectáculo musical y coreográfico se avienen en santa paz mientras los meseros van y vienen con las bebidas, mientras los gogos mueven musculatura y esqueleto en una jaula al ritmo de música tecno.

Al Spartacu’s concurren, además de los gay y lesbos locales, travestis de Portales, transexuales de Narvarte, transgénero de la Condesa y la Roma, bugas de donde se les antoje. Todos son bienvenidos, recibidos con cortesía y cuentan con la honestidad del personal, celosamente seleccionado por Elías Jorge Cruz, que en Las Maravillas materializó un sueño al erigir un sitio donde la comunidad a la que se ha dedicado pase a gusto la noche, en buena compañía, bien atendido, gozando un espectáculo de calidad entre sus pares.

Jorge Elías Cruz, se advierte a lo largo de las conversaciones que sostuvo con Lilia Zavalza, tiene el don de la perseverancia.

Desde pequeño, en su patria chica (Michoacán) colaboraba en los ingresos familiares ayudando a su padre, carnicero de oficio. Huérfano de madre a temprana edad, no claudicó en sus estudios. Con su familia se establecieron en Nezahualcóyotl:

—Aquí mi padre se dedicó al negocio de la carnicería, mientras mi madre vendía pancita, en algún momento muy famosa debido a su gran sazón.

Alternando la vida laboral y los estudios, Jorge Elías logró ingresar a la Facultad de Medicina de la UNAM, pero cuando su padre falleció se dedicó de tiempo completo a la carnicería, para sostener a sus hermanos y madrastra.

Tuvo tropezones, sí. Mas su olfato para el negocio que le transmitió su padre, el esfuerzo y la dedicación, le permitieron sacar adelante sus compromisos y no perder de vista el objetivo de tener un centro nocturno.

—Recuerdo que en Colorines, Michoacán, tuve uno de los acercamientos a la vida nocturna; ocurrió cuando mi mamá me pidió preguntar a la tía Regina Gómez si quería barbacoa, pues no se había tenido buena venta ese día. En ese trayecto, del mercado a casa de mi tía, me llamó la atención un local: una cantina cerrada que en su interior reproducía música a alto volumen. Identifiqué algunas canciones de Agustín Lara. El arrabal comenzó nuevamente a seducirme, sin darme cuenta –narra a Lilia Zavalza, quien atrapa sus palabras y testimonia de primera mano el deseo de Jorge Elías vuelto realidad: el Spartacu’s Club, antro lésbico gay donde la calidad del espectáculo alterna con la comodidad para presenciarlo, sin descuidar los placeres extra que la noche aquí depara a la clientela los viernes y sábados, y acude para ser y estar en una discoteca bar, con pista de baile, espectáculo en vivo y bebidas que aflojan el cuerpo para entregarse a los ritmos bullangueros: salsa, cumbia, bachata y más, hasta que las luces se encienden y por las bocinas una voz dice que el espectáculo dará inicio, señoras y señores, esto es el Spartacu’s, sus orígenes, desarrollo y plenitud, sus estrellas entre luces multicolores, humo, cuerpos a flor de piel, placer, frenesí, Eros liberado…