En Xochimilco huele a gas

 

El accidente de Cuajimalpa, nos remite a San Juan Ixhuatepec


Fue un suceso verdaderamente escandaloso. La pipa que surtía gas al hospital de Cuajimalpa, tronó justo a la entrada de las instalaciones.

Detalle que se hizo a un lado y se evadió en cuanta entrevista realizaron los diarios: el vehículo protagonista del accidente mantuvo infladas todas sus llantas y la salchicha no tronó como hubiese sido de esperarse.

Dos horas después del accidente, las autoridades en medio de la romería en que convirtieron los automovilistas la carretera a Toluca, ya habían dictaminado la culpabilidad del chofer y de sus dos ayudantes. Alguien advirtió que un automóvil se había quemado en el lugar.

Se detuvo a un par de enfermeras, una de ellas calificada como heroica por sus compañeras: en plena conflagración regresó al nosocomio para rescatar a dos pequeños, mientras los cuerpos de seguridad y auxilio, decenas de motociclistas con chalecos amarillos jugaban riendo y las  ambulancias circulaban con sirena en sordina.

El accidente de Cuajimalpa, nos remite a San Juan Ixhuatepec (1984), un pueblo totalmente destruido, entre 500 y 600 personas muertas, más de dos mil heridos y un gran parque público que en realidad es una fosa común.

Ocho años después en Guadalajara una explosión destruyó toda una zona. Más de 15 mil personas sin hogar, entre 500 y 750 víctimas fatales y 800 heridos de diversa gravedad. La catarata de declaraciones, compromisos y gestos de furia incontenible, terminaron con la destitución del entonces gobernador.

Era el menos culpable porque las tuberías que se incendiaron eran propiedad de Pemex y un par de semanas  antes de la desgracia habían sido denunciadas por el creciente olor a gas, la salida de lo que al parecer era gasolina y las nubes de vapor que escapaban de las atarjeas. Eso fue en 1992.

En 1996 se pusieron en funciones los depósitos de combustible llamados Satélite Norte. Allí se depositaron grandes cantidades de gasolina sin plomo. La instalaciones fueron presumidas como de las más modernas del mundo. Pero poco duró el gusto: tronaron y causaron una docena de muertos y muchos heridos.

El combate al incendio duró más de 24 horas a pesar de que se había dotado a la construcción con los más sofisticados artilugios para impedir la propagación de un incendio, si se daba, y para apagar cualquier fuego accidental.

Bien, en Xochimilco huele a gas… quizá hoy podamos prevenir.

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