Entre filias y fobias

 

AMLO es un hombre al que le gusta manifestar aprecio por quienes le apoyan


El ser humano se mueve entre dos condicionantes en su relación con los demás: aquellos a los que profesa cariño o afecto, y los que de ninguna manera quiere cerca. El amor filial es el que se siente por la familia, entre los que se encuentran los padres, los hermanos, los hijos, los nietos, y hasta quienes son familiares políticos. Con ellos se genera un genuino sentimiento, y aunque existan circunstancias que separan, siempre permanecen unidos de una forma u otra.

Uno de los valores de cercanía es la amistad, y al ser humano lo distingue ese sentimiento, que en la mayor parte de las veces se alimenta con la cercanía y se mantiene durante mucho tiempo, y por ello se distinguen dos tipos de amistad: la casual y la profunda. La casual es la que proviene de un accidente social y con un interés propio, pero que permite en la mayor parte de las ocasiones la compinchería. La amistad profunda implica intimidad, compromiso y responsabilidad.

Si algo podemos decir de Andrés Manuel López Obrador es que muy independientemente de sus fobias y filias, es un hombre al que le gusta manifestar aprecio por quienes le apoyan o le sirven de una forma u otra, pero quienes verdaderamente ocupan un lugar muy especial son sus hijos.

Ante los cuestionamientos por parte de extraños acerca del papel preponderante que éstos realizan en el Movimiento de Regeneración Nacional, por primera vez el tabasqueño decidió aclarar las cosas para que no haya dudas o malas interpretaciones.

Textualmente dijo: ““Ellos me están ayudando porque es un proceso de transformación, y yo tengo muy presente que cuando la Revolución Mexicana eran familias completas luchando por la causa.

Nosotros vamos a triunfar y ellos ya no van a poder ocupar ningún cargo ni van a poder estar en el gobierno, porque no va a haber amiguismos, ni influyentismos, ni nepotismos, ni ninguna de esas lacras de la política”. Ramón es coordinador estatal en Morelos, y Andrés Manuel es coordinador estatal en la Ciudad de México y, por cierto, ambos se dan vida de reyes con el dinero que se recauda.

Claro está que nadie cuestionará las razones que vierte el tabasqueño respecto del papel preponderante de sus hijos, sobre todo porque se encargan también de las finanzas, y eso les permite llevar una vida de ricos con un padre que predica entre los pobres. Andrés Manuel tiene muy ensayado cómo hablarle a los pobres con promesas de reivindicación, y cierra el círculo cuando entre los demás siembra el odio por la exclusión que durante mucho tiempo los ha mantenido el sistema político encabezado por el PRI.

También se da tiempo para acusar a sus adversarios de seguir haciendo campaña, y eso quiere decir que está buscando el resquicio legal para mantener el activismo de manera indefinida. Pero valga apuntar que siempre ha contado con la complacencia de las autoridades electorales, que no quieren ocupar un lugar entre sus fobias, sabedoras de la forma como fustiga a quien no se pliega a sus determinaciones. Si de algo podemos tener seguridad, es que pese a la presunta veda electoral el tabasqueño seguirá adelante con sus asambleas informativas con la complacencia del INE. Al tiempo.

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